La primera decisión que tomó Trump en 2016 fue retirar a Estados Unidos del Tratado Transpacífico, que excluía a China, cuyas negociaciones estaban próximas a concluir.
Y el primer acto de China tras reconocer la victoria de Biden fue firmar la Asociación Integral Regional, que excluye a Estados Unidos, con 15 países que representan un tercio de la economía mundial, con un PIB de US$26,2 billones (un tercio de la economía mundial) e incluye a 2.200 millones de personas (30% de la población global.
El acuerdo reduce aranceles y cuotas para el 65% de los productos y aborda economía digital, inversiones y propiedad intelectual; pero no incluye derechos laborales ni medio ambiente. India se abstuvo de participar y llama la atención que Japón, enfrentado históricamente a China, haga parte del acuerdo al lado de Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda, además de Myanmar, Brunéi, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur Tailandia y Vietnam, país que asume la presidencia rotatoria del bloque.
En medio de la guerra comercial y tecnológica que la enfrenta con EE. UU., China ha adoptado ‘la doble circulación’ como una nueva estrategia económica que sin cerrarse a las inversiones occidentales, mira hacia el interior buscando reducir la dependencia tecnológica y financiera.
Frente a la estrategia occidental de trasladar sus plantas a China para aprovechar los menores salarios, la paz laboral y las exenciones fiscales, China no será más la ‘maquiladora del mundo’ y responde así al traslado de empresas occidentales desde China hacia Vietnam, Tailandia, Malasia o Camboya. Entre tanto, la Unión Europea ha cedido el puesto de primer socio comercial chino a países del Sudeste Asiático, con los que en 2020 el comercio llega a SU$500.000 millones.
La nueva ley de exportaciones autoriza acciones contra cualquier país que “abuse de las medidas de control de exportaciones” y represente una amenaza para su seguridad china y sus intereses. Ello puede incluir la prohibición de exportar sustancias estratégicas (tierras ‘raras’) y tecnología a empresas extranjeras que amenacen su seguridad nacional. Las tierras ‘raras’ son materiales imprescindibles para teléfonos móviles y misiles: China exporta el 70% de ellas y cuenta con el 95% del total mundial. Aunque la ley combina capital público y privado, “es el Estado el sujeto principal de la economía el que fija las condiciones económicas” y el interés privado estará subordinado y así busca convertirse en “una sociedad de altos ingresos” en los próximos cinco años, vigorizando las zonas rurales y el desarrollo verde.
El plan propone aumentar el gasto público en salud, educación y pensiones, apuesta por el consumo interno frente a las exportaciones, promueve la inteligencia artificial y busca "reemplazar las tecnologías estadounidenses en áreas centrales" de la economía aumentando la inversión en Investigación y Desarrollo desde el 2.2% actual al 3% del presupuesto estatal.
También planea desarrollar industrias estratégicas, acelerar servicios, promover la infraestructura, fortalecer el transporte, impulsar la revolución energética y el desarrollo digital. Con esa estrategia China proyecta ser en 2035 el líder tecnológico mundial, cuando alcance el grado de “nación socialista completamente modernizada”.
Beethoven Herrera Valencia
Profesor, universidades Nacional y Externado