Pese a los severos conflictos comerciales, políticos y militares que enfrenta Estados Unidos, su divisa mantiene un evidente liderazgo en las transacciones internacionales; y ello resulta más notable si se toma en cuenta que, tanto su balance exterior como su situación fiscal son deficitarios.
Según informe del Banco Central Europeo, el euro es casi tan utilizado como el dólar como moneda de pago, pero aparte de esa relativa paridad, el dólar representa el 62 por ciento de la duda global, están en dólares el 56 por ciento de los préstamos internacionales, el 44 por ciento de transacciones cambiarias y 63 por ciento de reservas en divisas. Entre tanto, el euro capta el 15,7 por ciento de las transacciones internacionales, y el renminbi constituye el 2, 8 por ciento de las reservas monetarias globales, pero cayó al 2 por ciento debido a la introducción por parte de China de los controles de capital en el 2015. Incluso, la economista Carmen Reinhart ha destacado que cuando China presta a países africanos de bajos ingresos, lo hace en dólares (Gillian Tett. Portafolio 29-30 / 09/18).
Sin embargo, en una perspectiva de largo plazo, Jeffrey Sachs considera que ese liderazgo no será sostenible, y recuerda que en 1965 el presidente Valéry Giscard d’Estaing, de Francia, reclamó por el “privilegio exorbitante” que tenía EE. UU. al emitir la principal moneda de reserva del mundo, privilegio conocido como ‘señoreaje’, en referencia al abusivo dominio de los señores medievales sobre los siervos feudales.
El dólar domina le economía más allá de lo que correspondería al peso económico de su país titular; pero esos beneficios, estima Sachs, disminuirán por el ascenso del yuan y del euro. Mientras Estados Unidos genera cerca del 22 por ciento de la producción mundial, medida a precios de mercado, y alrededor del 15 por ciento, en términos de paridad de poder adquisitivo, representa más de la mitad de la facturación, las reservas, los pagos, la liquidez y la financiación del mundo.
Estados Unidos ha suplido su déficit fiscal emitiendo deuda en el exterior, de modo que, al tiempo que reduce los impuestos, lanza ofensivas en Afganistán e Irak; pero el principal tenedor de sus títulos de deuda es China, lo cual le otorga una poderosa arma de negociación en los actuales conflictos.
Estados Unidos además administra o coadministra los principales sistemas de liquidación de pagos del mundo, lo que le da importantes herramientas para vigilar y limitar los flujos de fondos relacionados con el terrorismo, el narcotráfico, la venta ilegal de armas, la evasión fiscal y otras actividades ilícitas, incluso de la Fifa.
La hegemonia depende de que Estados Unidos provea al mundo servicios monetarios de alta calidad, y hasta ahora el amplio uso del dólar se explica por ser más segura y menos costosa como unidad de cuenta, medio de intercambio y depósito de valor. Pero no es insustituible, y, además, esa función de custodia estadounidense del sistema monetario internacional ha tenido serios tropiezos, y el desgobierno de Trump puede acelerar el final del predominio del dólar.
Pese al compromiso adquirido en Bretton Woods, de respaldar con una onza de oro la emisión de 35 dólares, Estados Unidos emitió masivamente para financiar la guerra de Vietnam, y cuando los tenedores de dólares exigieron su convertibilidad, Nixon proclamó (el 25 de agosto de 1971) que ello no seguiría siendo posible. Comenzó, entonces, un periodo de inflación en Estados Unidos y Europa, y después una rápida desinflación en Estados Unidos en los años ochenta.
Esas turbulencias del dólar motivaron a Europa a crear su propia moneda, y hay quienes creen que la propuesta de Hussein para que el petróleo exportado por Irak fuera pagado en euros, influyó en la decisión de derrocarlo. Y tras el erróneo manejo de la crisis asiática, denunciado in situ por Stiglirz como negociador en Corea, China decidió impulsar la utilización del yuan en las transacciones con sus socios, logrando incluirlo en la cesta de monedas para calcular el DEG en el FMI y ser transado ya en la city de Londres.
Sachs concluye que las actuales guerras comerciales, el brexit y la políticas comerciales y financieras de Trump para “colocar a Estados Unidos primero”, debilitarán el papel del dólar a nivel internacional, pues tratar de contener a China con sanciones es torpe, porque podrán debilitar transitoriamente sus exportaciones, pero no cambian la tendencia de su ascenso a largo plazo.
Esas medidas están llevando a las autoridades chinas a poner fin a su dependencia respecto de las finanzas y comercio estadounidenses, y redoblar la política de fortalecimiento militar, inversión masiva en inteligencia artificial y creación de un sistema internacional de pagos basado en el yuan. Y frente a las sanciones impuestas a Irán, China y la Unión Europea buscan eludir las penalidades estadounidenses, evitando el sistema de pagos en dólares.
Por ello, el ministro alemán de Asuntos Exteriores de Alemania, Heiko Maas, consideró que es “indispensable fortalecer la autonomía europea mediante la creación de canales de pago independientes de Estados Unidos, un Fondo Monetario Europeo y un sistema Swift independiente” (Swift es la organización que gestiona el sistema de mensajería internacional para transferencias interbancarias).
¿Cuánto tiempo pasará? –pregunta Sachs– antes de que las empresas y los gobiernos del mundo acudan a Shanghái en vez de Wall Street para colocar bonos en yuanes?