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Beethoven Herrera Valencia
análisis

Innovación: ¿mercado o Estado?

La conclusión de Mariana Mazzucato es que empresas privadas se están apropiando de propiedad pública a través de procesos de socialización del riesgo.

Beethoven Herrera Valencia
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Beethoven Herrera Valencia

En su libro El Estado Emprendedor (2015), Mariana Mazzucato intenta demostrar que la inversión pública ha sido clave en la generación de adelantos tecnológicos, a menudo atribuidos exclusivamente al sector privado, y sostiene que la innovación está lejos de ser producto solo de las fuerzas del mercado.

Pero sus contradictores consideran que “las tesis de Mazzucato están fundamentalmente erradas, desde un plano histórico, teórico y empírico. La sociedad sí es capaz de innovar en ausencia de un extenso Estado emprendedor” (Instituto Juan de Mariana, 2016). En suma, sostienen que la sociedad puede innovar en ausencia del Estado, pero puede innovar mejor con ayuda de este.

Mazzucato controvierte la tesis de que para tener naciones más competitivas e innovadoras es necesario contar con más mercado, y que el Estado solo debe intervenir la economía para corregir ‘fallas de mercado’, o ‘nivelar el campo de juego’ de los agentes; mientras que el sector privado debe impulsar la innovación. Sostiene, además, que el Estado puede hacer cosas más difíciles de las que realizaría el sector privado, pues puede invertir en áreas intensivas en capital, de mayor riesgo, a largo plazo, aún con menores rendimientos, y cree que el Estado debe apostarle a áreas a las que el sector privado no lo haría, incluso teniendo los recursos para ello. Así, el Estado favoreció la creación de internet y el surgimiento de la nanotecnología.

Destaca la autora, que a las empresas les interesa obtener utilidades en corto plazo, y se ha subvertido el sistema de patentes, pues se han patentado investigaciones realizadas con fondos públicos, y se registran procedimientos y no productos, lo cual impide utilizar esa técnica en nuevas investigaciones. Esa creencia de que para innovar se necesitan menos impuestos y regulación, pero la reducción de gravámenes per se no genera más innovación, y, en cambio, se ha vuelto corriente que se patenten medicamentos viejos con leves modificaciones.

Parece paradójico que el número de patentes esté aumentando, al mismo tiempo que se reduce la inversión en CyT, y la hipótesis que aporta Mazzucato es que ello puede deberse a la tendencia creciente de muchas empresas a comprar patentes de desarrollos que se produjeron en otras partes.

En contra de Mazzucato los analistas del Instituto Juan de Mariana sostienen que: “La mayoría de los ejemplos que Mazzucato pone como casos de emprendimiento estatal no son esfuerzos conscientes en una dirección, sino fundamentalmente inversiones en ciencia básica, universidades y otras agencias, sin un propósito específico”, y selecciona 24 tecnologías innovadoras a lo largo de la historia de la humanidad, entre ellas imprenta y ferrocarril; por ello sostiene que solo siete podrían deberse al Estado emprendedor: el avión, la producción en masa, el ordenador, la producción ajustada, el internet, la biotecnología y la nanotecnología.

Por su parte, Mazzucato argumenta que las tecnologías más radicales en la química farmacéutica han salido de laboratorios del gobierno o de universidades públicas, mientras que, paradójicamente, muchas farmacéuticas justifican los altos precios con su necesidad de cubrir costos de investigación.

Para Mazzucato, la industria farmacéutica es altamente improductiva en innovación, pues hace pequeñas variaciones de drogas que ya existentes, en tanto que los laboratorios, financiados por el Estado, asumen desarrollos ambiciosos con alto riesgo.
Frente a esto, el Instituto Juan de Mariana afirma que, el computador dependió de los desarrollos aislados de varias personas, entre los que se encuentran Charles Babbage, Alan Turing, Karl Zuse y Atanasoff Berry. Algunos de esos individuos no trabajaban para el Estado. Respecto al internet, señalan que el sector privado se encargó de desarrollar redes telefónicas y telegráficas, y J. C. Licklider tuvo la idea original de internet antes que la agencia gubernamental estadounidense Darpa, la cual, en cambio, fue precursora de internet.

Pero las grandes compañías que se han beneficiado de las tecnologías financiadas por el Estado, asumen prácticas de tercerización laboral y outsourcing desde el extranjero, y han diseñado modelos complejos de evasión de impuestos, transfiriendo sus utilidades a paraísos fiscales.

Por ello, la Comisión Europea obligó a Irlanda a exigir a Apple el pago de 13.000 millones de euros más intereses, por haberse beneficiado entre el 2003 y el 2014 de rebajas fiscales que le fueron otorgadas. Irlanda tiene uno de los impuestos de sociedades más bajos de Europa, (12,5 por ciento, menos de la mitad de la media europea), y aun así, Apple llegó a un acuerdo para pagar solo el 1 por ciento en tributos por sus beneficios del 2003, tasa que fue reduciéndose hasta el 0,005 por ciento en el 2014.

La conclusión de Mazzucato es que, empresas privadas se están apropiando de propiedad pública a través de un proceso de socialización del riesgo y privatización de las ganancias, y propone repensar el modelo de recompensas y riesgo que, actualmente, está vigente. También sostiene que el Estado debe retener algunas de las aplicaciones de las patentes surgidas de las investigaciones públicas y cobrar las regalías para destinarlas a nuevas investigaciones.

El debate muestra que en la innovación los riesgos han tomado un carácter colectivo (con el Estado invirtiendo en las etapas más riesgosas e inciertas), mientras que los beneficios no han sido socialmente compartidos.

Por esta razón, la innovación no ha reducido la desigualdad, sino que la ha agravado, con especial gravedad en los precios de los medicamentos, pues el Estado ha asumido muchos riesgos y costos en la creación de tecnologías revolucionarias como Internet, y ha fallado en cobrar un retorno proporcional que pueda ser distribuido a toda la sociedad.

Beethoven Herrera Valencia
Profesor de las U. Nacional y Externado.
*Colaboración de Daniela Sanabria

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