Pretendiendo justificar la invasión a Ucrania Putin dijo que “la nación Ucrania es una invención de la revolución bolchevique, que entregó a Ucrania para salvar el poder soviético asediado por ejercitos europeos”. Y agregó que “las tierras históricas de la antigua Rusia al suroeste se consideraban, ellas mismas, rusas y ortodoxas antes del siglo XVII y después también”.
Tras el triunfo de la revolución bolchevique las fuerzas derrotadas armaron la Guardia Blanca, apoyada por Alemania, para impedir la consolidación del nuevo sistema; y para tener paz en las fronteras Lenin negoció la paz con los imperios que enfrentaban al zarismo en la Primera Guerra Mundial.
Es notable que la revolución bolchevique se propuso terminar con el nacionalismo imperialista zarista que oprimía a las nacionalidades. Por eso Lenin denunció el “nacionalismo Gran Ruso” por sus prejuicios contra los no rusos y la negación de sus reivindicaciones nacionales y consideraba a Ucrania una nación diferente a Rusia, aún si tenía minorías rusas.
El 3 de marzo de 1918 se firmó en Bielorusia el Tratado de Brest-Litovsk con participación del imperio alemán, Bulgaria, Imperio austrohúngaro, Imperio Otomano y Rusia Soviética. Por dicho tratado Rusia cedió Finlandia, Polonia, Estonia, Livonia, Curlandia, Lituania, Ucrania y Besarabia. La posterior derrota alemana anuló el tratado y la Urss recuperó los territorios perdidos.
Modernamente Kissinger escribió que “con demasiada frecuencia, la cuestión de Ucrania se plantea como un enfrentamiento: si Ucrania se une al Este o al Oeste. Pero para que Ucrania sobreviva y prospere, no debe ser un puesto aliado avanzado de ninguno de los lados contra el otro, debe funcionar como un puente entre ellos”. Ello implicaría que Rusia aceptara que convertir por la fuerza a Ucrania en un satélite ruso, condenaría a Moscú a repetir su historia de presiones recíprocas con Europa y EE. UU. Y Occidente, por su parte, debe entender que, para Rusia, Ucrania nunca será simplemente un país extranjero.
El exsecretario de estado recomendaba una política de EE. UU. hacia Ucrania que buscara que las dos partes del país cooperen entre sí y Ucrania debería tener derecho a elegir libremente sus asociaciones económicas y políticas, incluso con Europa. Ahora Putin exige el compromiso de neutralidad militar de Ucrania.
Al lanzar la invasión Putin dijo que: “No es nuestro plan ocupar el territorio ucraniano. No pretendemos imponer nada a nadie por la fuerza”, pero al ver los bombardeos de hospitales y edificios civiles resulta difícil creerlo. Kissinger concluía que Ucrania no debería unirse a la OTAN y creía que Rusia debería reconocer la soberanía de Ucrania sobre Crimea. Pero no parece que tras la anexión a Rusia, Putin esté dispuesto a reversarla, por la importancia estratégica de ese acceso al Mediterraneo.
Frente a las acciones rusas cabe preguntar si la interpretación de la historia que hace Putin significa que volvamos al reparto del mundo entre los imperios.
Porque los ucranianos decidieron, libremente, unirse a Europa y Putin exige su neutralidad.
BEETHOVEN HERRERA VALENCIA
Profesor universidades: Nacional, Externado y Magdalena