La crisis que afecta a diversos países ha cuestionado la capacidad de honrar sus compromisos y ha generado exóticas solicitudes de garantías por parte de prestamistas: Finlandia ha hecho exigencias a Grecia como condición para desembolsar ayuda económica, y ellas incluyen la entrega en garantía de bienes culturales como el Partenón y algunas islas, pues en caso de un default, el prestamista podría recuperar su dinero con los rendimientos que genere la visita de los turistas a dichos sitios.
Algunos políticos alemanes han propuesto a su Gobierno exigir a Grecia respaldar sus deudas con oro, y pese al desacuerdo de la canciller Merkel, se siguen explorando posibles exigencias a Grecia por considerar que no ha ajustado su gasto público efectivamente.
En Grecia, los principales sectores económicos (energía, telecomunicaciones, transportes y correos), están nacionalizados, y aunque hace unas semanas se anunció su privatización parcial, el Estado mantendría la mayoría accionaria en aquellas compañías. Cabe recordar que los empréstitos ingleses, para construir los ferrocarriles en el siglo XIX, fueron garantizados con la pignoración de rentas de las salinas e ingresos aduaneros; y la construcción del Metro de Medellín implicó la pignoración de recaudos por tabaco y aguardiente de los municipios del Valle del Aburrá.
Cuando los milicianos de Khomeini, ocuparon la embajada estadounidense en Irak, el Gobierno de Carter, congeló $25 mil millones iraníes depositados en bancos americanos.
Recientemente el Gobierno de Obama, utilizó la declaratoria de urgencia nacional, para retener $30 mil millones al Gobierno libio, pero ha desbloqueado US$1.500 millones para entregarlos al recién instalado gobierno rebelde.
Y el Banco de la República de Colombia perdió parte de sus reservas en la reciente crisis bancaria estadounidense...
El presidente Chávez propuso trasladar reservas venezolanas desde bancos estadounidenses y europeos hacia bancos de países amigos como China, Rusia y Brasil: si se anota que China le ha prestado cerca de $24 mil millones que Venezuela paga con suministros de crudo, y que mantienen un fondo conjunto de $12 mil millones para proyectos de electricidad, agricultura, minería y aviación, no cabe duda de que depositar las reservas venezolanas en bancos chinos garantizaría, de modo indirecto, el pago de las obligaciones contraídas.
Análogamente, la deuda de Venezuela con Rusia, por compra de armas; y las obligaciones comerciales pendientes con Brasil, se garantizarían si llega a aprobarse la iniciativa del Presidente, lo cual no ha ocurrido en razón a las críticas que la propuesta ha despertado.
Es natural que países o instituciones prestatarias quieran garantizar el retorno de su dinero; y en condiciones de crisis internacional –quiebra de un deudor o duda sobre la estabilidad de un gobierno– surjan propuestas para obtener dichas garantías. Pero ante la difícil situación de los deudores, pueden acabar pagando con su patrimonio histórico.
BEETHOVEN HERRERA VALENCIA
PROFESOR DE LAS UNIVERSIDADES NACIONAL Y EXTERNADO
beethovenhv@yahoo.com