Consumir no es fácil. Se puede pensar que es una cosa instintiva, más no lo es. En la antigüedad, los mayores le pasaban a los jóvenes el conocimiento de qué era venenoso y qué no, del mismo modo que enseñaron cuál era la mejor forma de consumir ciertas cosas, según lo que habían aprendido.
Consumimos para satisfacer nuestras necesidades, y todo defecto o exceso nos afecta de manera profunda. Se dice que las personas podemos pasar tres días sin consumir agua, 11 días sin dormir e incluso 40 días sin comer, sin embargo, no podemos dejar de respirar por 20 minutos o morimos. Claro, ya hay personas que no pueden pasar 5 minutos sin ver su celular.
El consumo tiene tres reglas básicas fundamentales para hacerlo bien: (1) la cantidad que se consume, (2) la frecuencia con que se consume y (3) la velocidad con que se consume.
Un ejemplo es cualquier licor: Si se consume una copa con licor, no es malo, ni afecta la salud de la persona; si se consume una botella, las cosas pueden ser diferentes. Si todos los días se toma una copa, no es malo, como lo demuestran sacerdotes o europeos; si se consume una botella diaria, seguramente el hígado tendrá problemas en poco tiempo.
Tomarse una copa en dos horas es muy diferente a tomarla ‘fondo blanco’, lo que hace que la intensidad del consumo, esté directamente relacionada con la velocidad de este.
Ningún producto es malo: licor, cigarrillo, comida, juegos, drogas, medicamentos, apuestas y otras cosas que para muchos pueden ser malas. Brindar con una copa o una cerveza por un cumpleaños, fumarse un puro o una carga de pipa, comer chicarrón, fumar un cigarrillo de marihuana, tomarse un analgésico medicado, apostar con un amigo y otras cosas, no solo no son malas y son más comunes de lo que pensamos.
El exceso de consumo causa que sintamos menos satisfacción, por eso se debe consumir con mesura, en el momento correcto y con calma; un buen ejemplo de esto es un chiste, que al ser contado una vez es muy gracioso, más al oírlo por décima vez, puede terminar siendo molesto.
Así, las empresas deben educar a sus consumidores en las tres reglas, no solo para lograr satisfacer la necesidad de las personas y mantener su fidelidad, sino para cuidarlos y protegerlos, porque en muchos casos el exceso del consumo causa serios problemas en la salud de las personas, impactos en el medio ambiente e incluso en las compañías.
Consumir no es probar todo lo que pase por nuestro lado; consumir es satisfacer nuestras necesidades, gustos y deseos, desde nuestras preferencias y capacidades, por esto educar al consumidor en hacer las cosas de manera correcta es un objetivo fundamental de las empresas. Un consumidor bien educado, es una persona con más calidad de vida.
Camilo Herrera Mora
CEO de Raddar.