Uber se prepara para salir a bolsa, después de reportar pérdidas por 12,1 billones de dólares, y el mercado esta enloquecido por comprarles. Esto es una clara demostración de un nuevo modelo de negocios que reina en el mercado: la economía de usuarios, en el cual lo importante no son las utilidades, sino la cantidad de clientes que se tengan, y más si se demuestran como ‘fieles’ o frecuentes.
De esta manera, hoy muchas empresas –particular- mente las app– definen su valor en función de la cantidad de su demanda y no en sus resultados. Esto parece intuitivamente equivocado, pero tiene mucho sentido desde una lógica del mercado, en el cual lo importante es satisfacer a los consumidores y no necesariamente a los accionistas. Ejemplos abundan, como el de Whatsapp, que fue comprado por Facebook por 21,8 billones de dólares. En Colombia, el obvio es Rappi, y el menos evidente D1, que son servicios comerciales que cada vez tienen más usuarios, pero no dan utilidades aún, pese a ser los líderes del mercado en su categoría.
No es cosa del mundo digital. De hecho, es una estrategia que ha existido hace tiempo y que algunos llaman ‘comprar mercado’, en el que una empresa está dispuesta a crecer a pérdidas para capturar rápidamente el mercado y después salir a venta a algún fondo de inversión, o con la estrategia de liderar el mercado y acabar con la competencia. En cualquier escenario, es legal y efectivo, aunque tributariamente no les guste a las autoridades, que son conscientes de que esas firmas no pagan impuesto de renta, y cuando ganen, van a empenzar a diferirlo en el tiempo, que es parte de su estrategia de costos.
No hay duda de que el mercado es para los usuarios y estos quieren las cosas cada vez más baratas, pero, como bien dicen los gringos, ‘no hay almuerzo gratis’, porque alguien lo esta pagando. Así que, cada vez que uno usa un servicio gratuito, donde no se ve claramente cuál es el modelo del negocio, hay tres opciones: (1) eso va a fracasar, (2) es delito, o (3) usted es el negocio, bien sea al ser un usuario por vender o por la información que recolectan de usted.
Sobre esto vale la pena hacer tres comentarios y una reflexión final. Uno, la música cambió dramáticamente con la entrada de los sistemas de distribución de archivos como Napster, que aprovecharon los cambios tecnológicos para transformar el mercado; también ocurrió en la pornografía, donde los ‘tube’ cambiaron el mercado con piratería y vendiendo tráfico a las páginas porno y las de apuestas. Dos, crecer con pérdidas es deber dinero, y eso afecta inevitablemente a los proveedores y a los accionistas, y tres, es curioso ver cómo en ese tipo de negocios, no está metido Warren Buffett.
Se puede vender tráfico de usuarios o ‘lealtades’, pero está demostrado que una empresa no puede durar en el tiempo si no es rentable. Esto nos lleva a la evidente conclusión de que estas firmas deben llegar a un punto en el cual deben generar valor, tanto al usuario como al mercado y recuperar las inversiones causadas, de lo contrario, no es otra cosa que una nueva versión de ‘la burbuja de las .com’, en la que todas tenían un valor bursátil increíble y todos querían trabajar con ellos, pero en sus balances la última línea permanecía en rojo.