Se dice que caemos para aprender a levantarnos, y también para saber qué tanto podemos caer. Caímos un 15,7% en el segundo trimestre, en la peor situación que hemos vivido en la historia, donde se debió apagar una gran parte del aparato productivo y dejar a las personas en la casa, afectando la demanda, el comercio y el empleo.
En esos tres meses, perdimos cerca del 18% de los puestos de trabajo, se cerraron muchas empresas y murieron cerca de 4.500 personas por el virus; podremos recuperar esos empleos y abrir muchas de esas empresas, pero no podremos revivir a ninguno de los que murieron.
Las decisiones que se han tomado deben haber sido muy duras, no solo por no saber con claridad qué podría pasar, sino qué tan grande era el riesgo, del cual hoy sabemos, que ya supera los 14.000 muertos, muy por encima de los 4.300 que nos deja por año el conflicto armado. Cada decisión que se tomó salvo miles de vidas, y no podremos saber cuántas, más allá de las personas que se recuperen de las nuevas UCI que hay en el sistema.
Seguramente nos equivocamos en muchas cosas, y es fácil verlo ahora; también, acertamos en muchas, y logramos que la economía ante un cierre tan fuerte e intenso solo cayera un 15,7%, dejándonos ver el poder de nuestra economía, donde un 84,3% de nuestra producción y demanda soportaron esta caída, logrando recuperar a casi 60.000 personas de la enfermedad, de los 122.000 que fueron afectados; y gracias a lo que se hizo, se salvaran más vidas y recuperaran más personas, por esos tres meses heroicos que vivimos.
¿Qué fue un costo alto?, Sí, sin duda; ¿que le podemos poner costo o precio a una vida?, No, aunque comúnmente lo hacemos, y más en un país donde ya sabíamos contar los muertos.
Afortunadamente, al final de la acalladora presentación del director del Dane de los resultados del PIB en el segundo trimestre de 2020, como consecuencia del gran confinamiento, las cifras evidencian que la tendencia mejora, y que lo peor ya pudo haber pasado, dejando como máximo una caída del 8,5% del PIB para este año.
Ahora, debemos lograr que todos seamos conscientes del riesgo que tenemos, que contagiarnos nos afecta a nosotros mismos y a los demás. Hoy más que nunca, la cultura es punto de encuentro entre la economía y la salud, y a todos los esfuerzos que estamos haciendo debemos sumarle un proceso de concientización masiva, para que la gente entienda la importancia de protegerse y cuidarse con mascarillas, distancia y prudencia.
Las autoridades no tienen la capacidad –ni deberían tener el deber– de hacer que cada persona se cuide a sí misma; por esto, estamos en un punto crucial de nuestra historia donde debemos darnos cuenta que, no solo tenemos derechos sino deberes, y el principal es cuidarnos. Aprendamos de las azafatas: primero póngase su máscara, y después las de los que más quiere.
Nota al pie: hoy se celebran 100 años que en Estados Unidos se firmará la Decimonovena Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, que garantiza el sufragio a la mujer.
Camilo Herrera Mora
Presidente, junta directiva de Raddar.
camiloherrera@raddar.net