Somos víctimas de liderazgos irresponsables, que nos llenan de frustraciones, insatisfacciones, intolerancias, indignación y esa sensación de desesperanza que se está tomando las calles.
Hablando con los que marchan, entendí mejor. Marchan por todo, porque en todo les fallado. Muchos de los que están en la calle votaron por la paz y perdieron, en las presidenciales votaron por cambio y no lo vieron, después votaron contra la corrupción y les falto muy poco, y en pocos meses sintieron que botaron sus esperanzas en las urnas y no funcionó, pasando de “tusa en tusa”; y si bien en las últimas elecciones lograron romper la polarización que se les impuso, se dieron cuenta que tienen que esperar hasta 2022, y llenándose de frustración y ansiedad y debieran buscar otra forma de hacer democracia.
La sensación que “el país va mal”, no se le puede solo achacar solo al gobierno que no ha podido mostrarle a la gente los logros que tiene, porque sus errores están siendo más visibles, debido a que en las redes sociales y los medios de comunicación no se cuenta toda la historia, distanciando al estado y los colombianos, que vienen de una caída real en su economía diaria, donde su bolsillo se contrajo por tres años, pudiendo comprar cada vez menos cosas y solo hasta ahora está comenzando a recuperarse.
Cada proceso político se está convirtiendo en una frustración adicional, porque esos líderes salen a proclamar la necesidad de cambio, esperanza y reivindicaciones sociales, moviendo a muchos que tienen empatía con estos discursos a salir a las urnas y a las calles a apoyarlos, para terminar en algunos casos siendo usados, para unos pliegos de peticiones históricos de unos sectores retardatarios, que lo que quieren es que todo cambie a su favor, sin que ellos cambien nada.
El cambio necesita que “todos tomemos y todos pongamos”, como la pirinola de Mockus, porque somos un estado social de derecho, no un estado social de derechos, que es diferente. Cada derecho por el que luchamos conlleva deberes, que van desde cumplir las normas hasta pagar más impuestos, para poder financiar la educación que se pide y que los estudiantes cumplan con sus deberes.
Los líderes nos llevan a las urnas, a las calles, a pelear con amigos y familiares, dividiéndonos para llevarnos a su lado, usándonos de peones, en un tablero donde ellos ganan y nos sacrifican constantemente sin responsabilidad, como la de causar miedo, devaluar el peso y que tengamos que pagar una deuda externa cada vez más cara. Estamos apostando a una democracia de la emoción e inmediatez, donde unas minorías manipulan a las personas que están hartas de la situación, y los llenan de justificaciones, para que defiendan lo que sienten, sin importar lo que necesitan, causando más frustraciones.
El país necesita hacer un alto en el camino y pasar de la emoción a la reflexión, y buscar las preguntas correctas para escribir en conjunto las mejores respuestas posibles, en un momento donde la impaciencia está siendo retada por los lentos tiempos de la democracia. Los colombianos somos inmarcesibles y saldremos más fuertes después de esto.
Camilo Herrera Mora
Presidente, junta directiva de Raddar.
camiloherrera@raddar.net