En el Foro de Gerentes de la Cámara de Comercio de Pereira, Jaime Galvis, gerente general de Microsoft para Colombia, hacía una profunda reflexión: “somos la primera generación, que en la casa pasó de decirle ‘Si, Señor@’ a sus padres, a decirle ‘¿tú qué quieres?’ a los hijos, y en la empresa pasamos de recibir órdenes de los jefes -a la que también respondíamos ‘Si, Señor@’, a negociar con nuestros empleados qué y cómo es lo que ellos quieren hacer las cosas, para que sigan trabajando con nosotros”.
Este cambio de la dinámica del poder, de las relaciones personales y laborales, también se ha visto en el mercado, donde las empresas pasaron de poner un solo producto en la tienda, a tener que estudiar al consumidor para poder poner varios productos al mismo tiempo y darle la libertad de elegir, sabiendo que deben estar preparadas para las quejas, señalamientos, inconformidades y comentarios de éste en las redes sociales. El poder ya no está en la oferta, está en la demanda.
Este claro, simple y contundente diagnóstico de Galvis, muestra un nuevo mapa de riesgos que tienen las empresas. Los empresarios deben administrar y tomar riesgos, así suene contradictorio. Las empresas funcionan bajo la premisa de poner en el mercado bienes y servicios para satisfacer las necesidades de los clientes, compradores y consumidores, pero casi siempre el nivel de incertidumbre de este ejercicio es alto, y por esto los directivos deben reducir los riesgos, pero deben tomarlos.
¿Qué tan riesgoso es este cambio? Mucho, porque el problema no radica en quién tiene el poder en las decisiones, sino de quién tiene la responsabilidad en las mismas. Si un hijo quiere estar despierto hasta tarde sabiendo que al día siguiente debe madrugar, si un empleado quiere trabajar sin horario sabiendo que el cliente tiene sus tiempos definidos, o si un consumidor quiere un producto que al usarlo puede hacerse daño, ¿de quién será la culpa del cansancio del niño, del incumplimiento al cliente o de la salud del consumidor?
“A los niños hay que darles lo que necesitan, no lo quieren”, leí alguna vez y esta frase cobra más fuerza en este nuevo contexto, porque el rol de los padres, jefes y productores es darles a sus hijos, empleados y consumidores cosas que necesiten para satisfacer sus necesidades. Si bien el niño, el empleado y consumidor siempre van a pedir más, los padres, empresarios y productores son los responsables de la educación del niño, la formación y desarrollo del talento de sus empleados y, de la calidad y funcionalidad de sus productos.
Ya no volveremos al ‘Si, Señor@’, más esto no significa que la responsabilidad haya pasado a los hijos, empleados o consumidores. El riesgo está claro: ahora las decisiones son compartidas, pero la responsabilidad, no; y quizás, ahí está la solución.
CAMILO HERRERA MORA
CEO Raddar