La publicidad, ha sido uno de los mecanismos más inesperados para generar equidad en el mercado, aunque parezca increíble o risible. El modelo detrás de la pauta publicitaria es simple: la gente compra cosas, las empresas hacen pauta y, así, todos tenemos información y noticias, gratis.
“There ain’t no such thing as a free lunch”, es un término común en la industria publicitaria, que al parecer comenzó en los treintas en Estados Unidos, que significa que “nadie da nada gratis”, lo cual es cierto, incluso en las políticas públicas y subsidios, donde cada derecho es pagado por el deber de alguien, o que cada servicio social público como la educación y la salud, son pagados con los impuestos de los contribuyentes. Esa es la manera en que los canales de televisión, los diarios, la radio e incluso las redes sociales, se financian para darnos contenidos continuos, informativos, entretenidos y educativos.
El gran dilema está, en que día a día, muchos medios de comunicación se ven en el reto de cobrar por su uso, por medio de suscripciones, causando dos serios problemas que se deben afrontar prontamente: el menor acceso a contenido editado en redes sociales y, la libertad de acceso a la información.
Muchos de los contenidos que se encuentran en las redes, en especial Facebook y Twitter, son links de diarios, revistas y noticieros que, al volverse limitados por suscripciones, causarán que las personas no puedan acceder a estas fuentes y busquen otras opciones, que no van a tener el mismo nivel de garantía editorial, calidad e independencia. Sin embargo, el gran riesgo está en el segundo problema. Si las personas, no pueden tener acceso libre a noticieros, diarios y revistas, no tendrán la posibilidad de conocer las noticias que les permiten tomar decisiones día a día, a menos que el gobierno sea la fuente de información gratuita o que financie de alguna manera los medios de comunicación, lo cual claramente esta muy mal visto por muchas personas.
La publicidad tiene pecados en su historia; se le ha acusado de influenciar a las personas a comprar cosas, de manipular las masas y hasta de cambiar los comportamientos de las personas, desde la escuela de las “relaciones públicas” de Edward Bernays, fiel seguidor de las ideas del inconsciente con incontenibles impulsos animales planteados por Sigmund Freud.
Más, la publicidad tiene enormes triunfos en su haber, como la campaña para el consumo de leche, los anticonceptivos y hasta el sufragio femenino, que fueron claramente difundidos por medio de esta herramienta, para llegar a más personas de la manera más efectiva posible. Cada vez que compramos un producto, pagamos impuestos y financiamos al Estado, pagando nuestros derechos y privilegios, gústenos o no; en el mismo modo, en cada compra, financiamos mejores productos, medios y redes sociales.
Es posible vivir en un mundo sin publicidad, pero con otras reglas de juego. La publicidad o la pauta publicitaria, más allá del contenido y la ética del anunciante, es un mecanismo de redistribución de la libertad de información, de opinión y de culto, así esto no lo queramos escuchar.
Camilo Herrera Mora
Presidente, junta directiva de Raddar.
camiloherrera@raddar.net