“No habrá más impuestos: vamos a eliminar la corrupción y con eso pagaremos todo”, son el tipo de irresponsabilidades que oímos en campaña, haciendo más difícil mantenerse callado ante la cantidad de imprecisiones, medias verdades, mentiras y abominaciones que están diciendo los candidatos.
No sólo es Petro, aunque lidera la andanada de propuestas simplistas, con la premisa de acabar con todo lo logrado y las instituciones construidas, porque la gente las culpa de todos sus problemas: si no tengo pensión, la culpa es del sistema pensional; sino tengo salud, la culpa es de las EPS; si no tengo educación, la culpa es del Icetex; si no soy feliz, la culpa no es mía.
Parece que desde que dejamos de creer en Dios, todo es culpa es del Estado, pero nunca nuestra: pasamos de ‘Dios proveerá’, a ‘es mi derecho’. Es increíble la enorme capacidad de delegación de responsabilidades que tenemos, y que los políticos aprovechan a su antojo para darnos argumentos para culpar a alguien y no a nosotros mismos.
La mentira es un gran invento de la naturaleza, pero los hombres la hemos llevado al punto de crear en nuestra mente mundos inexistentes, donde sentimos que podemos ser felices sin tener que hacer nada.
Es más fácil creer que las cosas se pueden solucionar con algo nuevo, que reparando lo que se tiene, con un duro esfuerzo.
Los humanos somos perezosos, porque nuestro cerebro lo es, ya que pensar consume mucha energía y ‘evitamos la fatiga’, como decía Jaimito, y por esto, cualquier idea que parezca simple, donde no debamos esforzarnos y no nos cueste nada, la aceptamos con facilidad. Es el caldo de cultivo para los demagogos, o cuenteros y culebreros, como les decimos por acá.
La culpa la tenemos todos y cada uno en particular. Tenemos profundos problemas por el egoísmo en que hemos caído, al buscar nuestro bienestar en vez del bien común; nunca ponemos al otro de primero y mucho menos nos ponemos en sus zapatos. La ausencia de empatía, de comprensión y respeto por lo de los demás nos ha hecho mucho daño. Creemos que la costumbre esta por encima de la norma y por eso incumplimos las normas de tránsito, las tributarias, sociales y personales, como muchos de los que andan en bicicleta, que son peatones o carros, según les convenga.
Sin embargo, también somos todos los que hemos mejorado este país. Cada uno de nosotros estudia, trabaja, busca empleo, rebusca, ayuda, enseña y aprende cada día para mejorar nuestra calidad de vida, la de los que queremos y en el fondo sabemos que depende de cada uno que estemos mejor y por eso pedimos ayuda en algunas cosas, intentando no creer los discursos que nos prometen el cielo sin esfuerzo alguno, como nuevas religiones a las que debemos seguir ciegamente.
CAMILO HERRERA MORA
CEO Raddar