Por estos días se han realizado masivas ‘Marchas del Silencio’, lideradas por quienes ya no quieren más bloqueos ni vandalismo en las calles; esfuerzos pacíficos y ejemplares, sin embargo, hoy tenemos que decir: ¡No más silencio! Los que no estamos de acuerdo con que se sigan destruyendo los bienes públicos y privados, merecemos ser escuchados y tenemos derechos que se deben respetar.
Orgullosamente decimos que los prestadores de los servicios públicos y comunicaciones hemos pasado de ser invitados necesarios en los hogares a imprescindibles durante esta coyuntura. Esto no es fortuito, es el esfuerzo de años de trabajo, inversiones permanentes, tecnología de punta y preparación de los funcionarios en temas ambientales y sociales para brindar un mejor servicio en cada rincón del país.
Es inaceptable arriesgar la prestación de estos servicios al impedir, por ejemplo, la recolección de los residuos sólidos, con su consecuente acumulación en las calles; o impedir el mantenimiento de las redes y las obras de expansión para llegar con el servicio a más colombianos; o no contar con los insumos para el tratamiento de las aguas; así como no poder llegar con el gas a muchas regiones que lo requieren.
Deteriorar el servicio con la destrucción parcial de centros de atención al cliente o el robo de cables e infraestructura para impedir el servicio de internet, perjudica la educación, el trabajo y el derecho a la información.
Hay voces que quieren pescar en río revuelto, exigiendo moratorias de pagos o la creación de mínimos vitales sin financiamiento cierto. Nada más inconveniente e irresponsable. Otros, con un nacionalismo obsoleto, pretenden regresar a servicios estatales politizados, desconociendo el esquema de prestación público, privado y mixto, que desde hace 26 años redunda en mejores servicios, con calidad, continuidad y precios.
Menos mal estas propuestas populistas e incendiarias no tienen eco, porque pondrían al sector en riesgo financiero y sistémico, perjudicando a los más vulnerables. Preservar los servicios públicos es una obligación nacional y no podemos ser inferiores a este compromiso, por eso exigimos apertura plena en las vías del país, para que no se sigan causando daños que finalmente tendremos que volver a pagar entre todos.
No puedo terminar estas líneas sin resaltar el trabajo de nuestros funcionarios de a pie, héroes que también han sido silenciosos, y que diariamente exponen su vida al servicio de Colombia, para ayudar a evitar el caos.
Merecen un aplauso cerrado las empresas de acueducto, alcantarillado, aseo y gestión de residuos, energía eléctrica, gas natural, TIC y televisión, por haber contribuido a evitar lo que hubiera podido ser la mayor crisis sanitaria y de servicios en la historia.
Como dijo Gandhi, “lo más atroz de las cosas malas de la gente maala, es el silencio de la gente buena”.
Camilo Sánchez
Presidente de Andesco
camilo.sanchez@andesco.org.co