El 23 de mayo Cali será testigo de la Cumbre para la Alianza del Pacífico, a la que asistirán, entre otros, los presidentes de Chile, México, Perú y Colombia; por lo que no tendría presentación que el país anfitrión no tuviera, como mínimo, el marco legal aprobado por el Congreso, situación que ya se evitó.
Este marco no obliga a que se suscriba un tratado y, mucho menos, a que los congresistas de la Unidad Nacional, que no votamos en favor de las pésimas negociaciones del gobierno Uribe, tengamos que apoyarlo.
No estamos obligados a ceder un ápice en el proceso de negociación hacia el futuro; por el contrario, exigimos al Gobierno se tengan en cuenta las abismales asimetrías que existen en los diferentes sectores y países.
Varios congresistas presentamos proposición para que el ministro de Comercio, Sergio Díaz-Granados, se comprometa a respetar la franja de precios y defender los derechos de los ramos más vulnerados. Estamos a tiempo para evitar una estocada de gracia al atún, azúcar, arroz, cereales, pollo, entre otros productos en riesgo.
Tenemos el compromiso moral y ético de defender la seguridad alimentaria, agropecuaria y el empleo de los colombianos para el futuro, por lo que exigimos que en el espacio donde se convengan las negociaciones se escuche a los voceros agropecuarios. No más negociaciones a puerta cerrada.
Hoy, un punto exigido por el Congreso y los gremios al momento de negociar es dejar estipulada, con claridad, la ‘admisibilidad’, ausente en el TLC con EE. UU. Esperamos que el doctor Lafaurie, encargado de la defensa del gremio ganadero, esta vez sí recuerde incluirla y que esté por encima de sus litigios políticos. Tampoco queremos ver a la SAC con el mismo discurso ambivalente, en el que no defiende a sus agremiados, huérfanos en los últimos años, ya que sus directivos solo cuidan sus prebendas y puestos.
Después no vengan a llorar por la leche derramada en el Parlamento.
Tengo la tranquilidad de haber defendido los intereses del país frente al Gobierno anterior contra las mayorías insensatas, y en esta oportunidad considero necesario abrir los espacios con la zona oriental y del Pacífico, buscar nuevos mercados para no depender de Venezuela y de EE. UU., pero sin olvidar que buscaremos una justa y sostenible negociación.
En el articulado del marco de negociación para esta nueva alianza estamos incorporando el derecho de veto por cualquiera de los cuatro miembros integrantes, por lo que Colombia se cuidará de que no se incluya ningún país que lo pueda perjudicar.
Adicionalmente, estamos satisfechos por incluir en el marco legal que nuestros nacionales, como los ciudadanos de los otra naciones firmantes, solo requerirán portar la cédula para transitar por los territorios que cobije el tratado, esto como reflejo de una verdadera integración.
Contrario a la negociación con EE. UU., donde, sin ninguna restricción, los americanos pueden pasear e invertir en Colombia, pero los colombianos no contamos con tales privilegios.
Asimismo, debe existir correspondencia frente al tema de barreras arancelarias, fitosanitarias o cualquier otro impedimento para que nuestros productos lleguen a estas plazas. Se abren las puertas para nuevos mercados, pero su eficacia dependerá de una buena negociación y de sepultar la improvisación que reinó en tratados anteriores.
Camilo Sánchez Ortega
Senador de la República