Peter Drucker planteó en 1998 que las grandes universidades serían una ‘reliquia’ en 30 años; han pasado 15 y aún no lo son. Otros académicos han argumentado que muchas se diferencian poco, en su método de docencia, de las de la Edad Media.
Son formas, extremas, de subrayar la necesidad de evolución de las universidades, por su responsabilidad con la sociedad, mediante la incorporación de nuevas tecnologías, particularmente de información y comunicación. Esta necesidad es evidente, y todas estas instituciones, de acuerdo con su grado de desarrollo y su perfil de estudiantes -pregrado, maestría y doctorado- deben incrementar sus esfuerzos para lograr una mayor efectividad en el proceso educativo.
Las universidades en el mundo y, en particular, en Colombia e Iberoamérica, son extremadamente heterogéneas y su calidad es muy variable. El mercado no reconoce, en muchos casos, estas diferencias, y los estudiantes, en especial los que provienen de familias de bajos ingresos, tienen grandes dificultades en seleccionar sus universidades y las equivocaciones son múltiples. Además, en muchas ocasiones, no hay en la sociedad un conocimiento suficiente de los distintos tipos de educación, que varían entre educación 100% presencial, la tradicional, y educación 80% o más en línea, usanto las TIC.
La realidad es que, en la mayor parte de los casos, en las universidades de buen nivel de calidad, el sistema utilizado es híbrido: se combinan la educación presencial y las TIC. Es una forma de responder a los requerimientos de la sociedad, que es hoy híbrida. La combinación de los dos esquemas es compleja y requiere el concurso decidido de profesores y estudiantes.
Encuestas realizadas en EE. UU. desde el 2002, muestran que, aun cuando en ese año 6,7 millones de estudiantes tomaron cursos en línea, falta camino por recorrer en la aceptación por parte de directivos, profesores y empleadores de la efectividad de la educación en línea y, más aún, de la educación híbrida que, según estudios recientes, arroja mejores resultados. Existen inquietudes, además, acerca de los costos que podría demandar una educación híbrida de alta calidad.
Como resultado de lo anterior, un número importante de universidades no incluye en su planeamiento estratégico dicho enfoque. No hay datos comparables en Colombia o en Iberoamérica, pero sería lógico suponer que la aceptación y la incorporación en los planes estratégicos de las universidades sean aún menores que en EE. UU. Es esencial, mejorar el nivel de entendimiento de la comunidad universitaria, con particular la de los estudiantes, que serían los beneficiados o perjudicados por la calidad de educación.
No hay duda de la necesidad de mejorar sustancialmente el nivel general de la educación superior colombiana. El uso adecuado de la educación híbrida constituye un camino importante para lograrlo, pues permitiría complementar los recursos disponibles en las universidades locales, con los materiales producidos por los principales centros de excelencia mundiales. Algunas universidades y asociaciones de universidades, principalmente de los EE. UU., tienen una oferta importante de cursos masivos de educación en línea, que puede aprovecharse para complementar los recursos de las universidades colombianas y ofrecer cursos híbridos de muy bien nivel.
Carlos Angulo Galvis