Un inicio de año da siempre para pensar en cosas nuevas, con la pausa para lectura y reflexión que dan los diciembres.
Obvio, están los propósitos y los litánicos deseos de siempre.
Una pregunta que se me viene a la cabeza es, ¿para qué escribimos estas columnas? La primera suposición es que uno escribe para que los lectores lo lean, parece obvio. Otra es que las escribimos para consolidar nuestras propias ideas.
Y así seguir construyendo en una serie de círculos, hilos ojalá casi siempre cercanos a ser virtuosos, y sí así compartirlas con los lectores.
Claro, además es enero, debe ser Davos. Sí los temas del año; los del pasado y los del 2023.
¿Cuáles fueron? Clima, Ucrania, riesgo de recesión, inflación, objetivos del milenio, innovaciones financieras como los Bonos Azules para proveer agua a comunidades que la necesiten o champiñones como fertilizantes para reemplazar y así descarbonizar los actuales, mayor relevancia diaria de los ESGs … sí, todos ellos.
Con perspectiva de aprender algo nuevo y cambiar el paradigma que no nos dejaba avanzar.
Como que si una compañía grande tiene clara su meta de descarbonización jalonar hacia ello a sus proveedores o clientes mas pequeños es siempre un reto. En Colombia o en Suiza por igual.
Mirándonos en perspectiva y tratando de ver la difusa bruma permanente del futuro, los propósitos del año, años, décadas deberían ser los que nos lleven lejos, los que afecten la estructura.
Por ejemplo los que nos solidifiquen la confianza, el creer en nosotros mismos como colombianos. Un día a la vez, cada día creer que podemos un poco más.
Crecer nuestra auto estima.Me encontré el perfil de Simon Sinek en estos días: Optimista, anuncia.
Obvio, ¿quién de pensamientos negativos puede ser exitoso aparte del Pato Donald? Por ello pienso que debemos sacarnos de la cabeza cualquier pensamiento catastrofista de entrevistas, conversaciones, escritos.
Borrar el catastrofismo de nuestro lenguaje y nuestra cultura debe ser entonces el primer propósito.
¡Pa’lante sin agüero!El segundo: aprender a visualizar el futuro tal vez un poco más allá de nuestras posibilidades y nuestras costumbres.
¿Cómo se verá el 2025, el 2030? ¿A qué aspiramos? ¿Cómo lo logramos? No es un ejercicio fácil.
Toma años. ¿Cómo puede alguien que vive del paga diario visualizar el mes entrante cuando tiene una eterna semana de supervivencia por delante? O un campesino ver el año entrante con lo duro que es llegar a la cosecha o siquiera a la quincena siguiente? Pero el ejercicio hay que hacerlo.
Habría un tercer propósito como colombiano que sea la antítesis de lo que nos hace pequeños. Tal vez pensar en grande.
En muy grande: en lo que quisiéramos ser si en vez de ‘la casita’, ‘la vaquita’, etc. quisiéramos ser ‘campeones mundiales’.
Bueno en este hemos avanzado algo, pero debemos aprender a soñar más duro. Hablemos de positivo, airoso, a largo plazo, muy exitoso. Querer es poder. No es un cliché, es una meta.
Como personas, como familias, como compañías, como país. Y repetirlo, en letanía, para lograrlo.
CARLOS ENRIQUE CAVELIER
carlosenriquecavelier@gmail.com