Muchos dirían definitivamente sí, todos. Otros, que mucho menos. Marina Mazzucato, quien ha influido de manera importante en el pensamiento del Presidente Petro y en su equipo económico viene a Colombia en dos semanas; en su libro El Valor de Todo vuelve a Adam Smith, a David Ricardo y a Marx en una revisión breve de la historia y la teoría del valor. Se apoya curiosa y particularmente en el del autor de La riqueza de las naciones.
La pregunta va desde Santo Tomas de Aquino y su teoría del precio justo, que convocaba una fuerte crítica a los prestamistas, pan de cada día del medio evo haciéndolos cercanos al círculo más caluroso del infierno de Dante. Adam Smith planteaba cuáles eran las actividades productivas que merecerían ser remuneradas: sí a los trabajadores, no a los vagabundos, no a los terratenientes, sí a los industriales; al contrario de Ricardo, Smith pensaba que los bienes inmateriales como los servicios no deberían ser remunerados; en ello Mazzucato lo declara confundido. Claro, hoy esos servicios inmateriales ‘producen’ la mayoría del PIB en las economías modernas y casi todas.
Ahora, ¿qué es negocio? ¿una alcaldía, una gobernación, una corporación estatal? Está claro que eso es corrupción (muchas veces en Colombia esto es business as usual). ¿Capturar tierras de la Amazonia para deforestarlas y apropiárselas? ¿La Cocaína? ¿Pavimentar cualquier rincón posible? En Colombia vamos -tal vez como siempre- más allá de lo que la imaginación le alcanzaría a la profesora italiana de UCL.
Sus reflexiones son un regreso a la filosofía moral en que se formó inicialmente Adam Smith. ¿Estamos reversando el fin de la historia hecho explícito por Fukuyama en 1990 con la caída del sistema sovietico?
¿O más bien replantear dónde debe el Estado intervenir? Hoy intermedia, seguramente no lo suficiente para promover menos oligopolios sobre todo en ciertos sectores de la economía donde se necesita mucha más competencia. Para corregir grandes fallas de mercado y incluyendo la corrupción, un enorme disruptor de la economía. Para armar Misiones sea ir a la luna, acabar el hambre, reindustrializar el país o retornar al campo.
¿O es el LQF, el famoso Lo Que mejor Funcione de nuestro genial Juan Luís Londoño? Ahí regresan las críticas a ciertas industrias y sus rentabilidades como la energía eléctrica o el acueducto, por ser monopolios naturales clásicos -aunque vale decir que en energía hay países que ha dejado de serlo al ofrecer, cómo en Nueva Zelandia, varias oportunidades al día si se quiere cambiar de proveedor-. Entonces, ¿Qué puede de ser negocio y qué no? La estatización en algunos casos en Colombia ha sido impecable: EPM, GEB, ETB, el EAAB, ISA, Ecopetrol, muy rentables para el Gobierno. Otras desastrosas: Emcali, el Seguro Social, el Banagrario.
¿Quién tiene la razón? ¿Es Smith el filósofo moral o es Londoño el extraordinario economista y visionario práctico? Up for grabs, como se dice en inglés: listos para que juegue el balón.
Carlos Enrique Cavelier
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