La brecha de la calidad educativa entre la educación pública y la privada es ampliamente conocida; una medida de esta es el promedio del 13% de diferencia de las pruebas Saber (la proporción de estudiantes público-privado es 80%-20%).
Es obvio que la infraestructura educativa es mejor en los colegios privados que en los públicos. Igualmente de seguro son los salarios de los rectores en especial de los de mucha más alta calidad.
Colombia no gasta poco en Educación, pues somos el 3r país en la Ocde en Latam respecto al PIB: 4,12%, apenas debajo de Corea, no tan lejos de Francia que hasta el 5,5%; obvio, el mayor gasto está en los salarios de maestros y directivos docentes. Pero en general son mejor pagos los maestros públicos que los privados y tienen además mucha más estabilidad sin contar que tienen contratos más largos.
Una pregunta que surge es ¿por qué si los maestros públicos son mejor pagos, no atraen los mejores profesionales del sector? ¿Por qué se presenta la brecha?
La hipótesis que presento es que el cuidado de las personas y la organización interna en los colegios privados es mejor que la de los colegios públicos. Y eso puede ser un gran explicativo de la diferencia, de la brecha.
En nuestra experiencia “larga” en Cundinamarca demuestra que (1) con mayor liderazgo de los rectores, (2) trabajo de coaching con los directivos docentes, (3) acompañamiento en pedagogía/biopedagogía a los maestros, (4) apoyo en pruebas Saber, se han logrado avances significativos en media década en varios municipios del norte de la Sabana de Bogotá.
Es decir, con algo de enfoque, apoyo de la alcaldía respectiva, mucho cariño así suene curioso, los colegios reducen su brecha y en algunos casos pasan por encima del promedio de los privados.
No pretendo simplificar. Los retos para los colegios públicos son enormes: los mejores maestros prefieren vivir en ciudades o cerca a ellas. De ahí la otra brecha, mayor, la brecha urbano-rural. La vida en municipios alejados es dura, sin contar que los colegios tienen sedes en las veredas (las ‘escuelitas’ rurales), y desplazarse diariamente a ellas ya es una proeza para maestros y alumnos en conjunto.
Los entrenamientos para los maestros son pobres o inexistentes; el presupuesto nacional para calidad es evidentemente exiguo. De allí el esfuerzo de la Fundación Empresarios por la Educación en transmitirle al país entero esa necesidad adicional.
Claro, y quedan primera infancia, ampliar los PAES y limpiarlos de corrupción; agua potable en tantas sedes por empezar bajito. La jornada única, la universidad tecnológica y pertinente, además de pertinente a la región. De no acabar.
Pero insisto en que el nuevo Ministro y su súper equipo observen el modelo iniciado en un piloto en 30 municipios, 90 colegios y casi 100.000 estudiantes de Cundinamarca con amplio apoyo de la Gobernación para entender si la mano suave del Flow ayudaría a levantar por poco dinero el nivel de los colegios públicos. Y disminuir la brecha!
Carlos Enrique Cavelier
carlosenriquecavelier@gmail.com