Cuando uno se encuentra cada tantos años con el vídeo de Steve Jobs en el grado de Stanford, siempre nos impresiona alguna parte: la de los puntos que uno va juntando en la vida donde descubre para que hizo esto o lo otro, o el hambre que hay que tener para ser exitoso. Pero hay otra parte en que Jobs -ya en ese momento enfermo del páncreas- destaca la importancia de la muerte para que se vaya lo viejo y llegue lo nuevo.
A la naturaleza le pasa en un año en los países de estaciones, todos los árboles pierden todas sus hojas; los ciclos de sequía en nuestro trópico la hacen descansar y los de lluvia la ponen de nuevo a revivir. Lo mismo nos pasa con la piel a las personas: cada año nos ha cambiado la piel completamente en todo el cuerpo.
Igual les pasa a las sociedades, y más aún en nuestra era de cambios frenéticos: el cambio más robusto y aparente ha sido el de la tecnología. Cada media generación llegan jóvenes que adoptan nuevos modismos en el lenguaje; pero en el idioma inglés está comprobado que se crea una nueva palabra cada 100 minutos.
Las ciencias duras han cambiado poco recientemente excepto la biología, ha sido mayor en cambio el de sus aplicaciones prácticas. Las ciencias sociales tienden a tener una mayor y más rápida evolución tal vez no sólo por su juventud sino por su esencia. Recientemente se empiezan a dar debates en economía sobre la naturaleza del golpe inflacionario causado por la crisis de contenedores y la Guerra en Ucrania. Krugman opina que es de corta duración. Hay dos economistas importantes que piensan que el problema económico en general no es coyuntural sino estructural y que hay crisis más profundas; eso opinan el francés Piketty y la italiana Mazzucato. Es indudable que el Presidente Petro llegó por el ansia de cambio y él no es ajeno este debate ni al cambio como lo ha expresado en sus alocuciones en ambas convenciones tanto de la Andi como de la Asobancaria.
¿Qué tanto debe cambiar la piel de la sociedad colombiana? Para algunos así como esta está bien. Para quienes votaron por Petro no está para nada bien. Ni tampoco para la mayoría que votaron por el ingeniero Hernández, que votaron contra las maquinaria de siempre.
¿Debe cambiar la economía? ¿Cómo? ¿Qué tan rápido se debe hacer la transición energética? ¿La transición agrícola-industrial? ¿La transición hacia un Gini más bajo? Lo dijo Malcolm Deas, la persona que más ha estudiado a Colombia, a raíz del Paro de Mayo del 21: “Duque no se va a caer, pero Colombia necesita reformas”. ¿A qué profundidad son esos cambios de piel? ¿A qué velocidad para no dejar la carne viva expuesta?
Carlos Enrique Cavelier
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