Tal vez Jim Robinson, o Richard Schultes o su pupilo Wade Davis conocen/conocieron la Colombia moderna desde afuera tan bien como Malcolm Deas. Pero Malcom tiene un ingrediente adicional: su perverso y clarificante sentido del humor. Y conocer un país desde un punto de vista de estudiosos de faros externos muy altos da perspectivas sin igual. Malcolm Deas ha pronunciado una enorme cantidad de frases sobre Colombia, que han sido concisas y claras, y por ello se les considera lapidarias; sin que de ninguna manera esta palabra ‘lapidaria’ nos deje en su mismo lenguaje “en el catastrofismo tradicional”.
“Los bogotanos son una gente que llegó en 1536 y desde entonces no han cambiado nada”. Se refiere, claro, a la rancia base santafereña y luego bogotana aislada en la meseta, en el Tíbet Latinoamericano descrito por Alfonso López Michelsen. Es una caricatura en palabras, como lo hace Daniel Samper Ospina. Pero con solo leer el primer capítulo de “Porqué fracasan las naciones”, de Robison y Acemoglu, entiende uno la sentencia de Malcolm.
¿Cómo ve al gobierno de Santos?, le pregunté hace 12 años en la posesión del rector de Los Andes. “Igual que esta universidad, sumamente bogotano, sumamente oligárquico”. Una cartografía social exacta en ocho palabras, gústenos o no. Durante el paro del 2021 sentenció: “Duque no se va a caer, pero el país necesita reformas”. Otra declaración sobre todo clarividente. La necesidad de reformas en Colombia es enorme: no podemos seguir teniendo la segunda mafia organizada del mundo basada en el narcotráfico. Una violencia contra la mujer que nos tiene de número dos también en la Ocde. La necesidad de cuidar bosques andinos y selvas es extraordinaria y los seguimos deforestando.
Somos con Brasil básicamente los únicos dos países en este continente que seremos multimillonarios en agua en el 2040, si la cuidamos. Tampoco podemos seguir hablando de nuestro enorme potencial agroindustrial y dejar las palabras en el café del almuerzo. Hay que actuar. “Los colombianos tienen la costumbre de aplazar y aplazar los problemas (en este caso específico, las oportunidades) hasta que se vuelven unos problemonones”. Cómo si nos encantara ver los problemas crecer.
“Este país va a ser un gran país cuando los colombianos decidan” y, a lo latinoamericano, dejamos esto para mañana para nunca llegar a ser un país del mañana. ¿Cuando lo vamos a decidir? Sabemos que tenemos todo para hacerlo, pero no nos resolvemos.
¿Qué es un gran país? Curiosamente la receta no es extremadamente compleja, pero requiere consensos y trabajo arduo al respecto por décadas. Un gran país para Colombia es país en paz, con desarrollo equilibrado, con una gran educación pública, con gran empleo formal. Los últimos dos son elementos necesarios e indispensables para las primeras dos. Esto sin que la paz se escape por no ‘acabar con el narcotráfico’ y ‘resolver el problema de la tierra’. Para Robinson, o incluso nuestro León Valencia, la receta es igual. Por último, una que esperamos todos. “No es imposible que Petro haga un gobierno bueno”.
Carlos Enrique Cavelier
Coordinador de sueños de Alquería
carlosenriquecavelier@gmail.com