No veía al ‘Pote’ Castro desde que vino a Colombia Carlos, el príncipe de Gales. Pero el tono de preocupación con el que me habló su secretaria me puso alerta.
-Espero que lo pueda ayudar -me dijo Inesita, pasito y tapándose la boca como cuando se hablan entre futbolistas, para que los encargados de las cámaras de seguridad no leyeran el movimiento de sus labios.
Cuando entré en su oficina lo encontré en la salita auxiliar, espatarrado sobre la alfombra y examinando folletos promocionales.
-¿Preparando alguna licitación, ‘Pote’? -le pregunté antes de reparar en dos extraños objetos galácticos que tenía en la mesa.
-Qué licitación ni qué carajo, Álvarez -me contestó sin mirarme-. Esas ya las tengo preparadas -y examinando los papeles, agregó-: se trata del Día del Padre.
En realidad, pensé, si se trataba del Día del Padre, los que deberían estar en cuatro eran los hijos de ‘El Pote’.
-Les voy a pedir un dron, je, je… -me dijo entre dientes y con picardía-. O un Parrot. -y me miró, por fin-: ¿Sabes lo que es un dron? ¿Un Parrot?
Cómo no saber lo que es un vehículo aéreo no tripulado, si hasta El Tiempo tiene uno. Y Parrot… pues Parrot Jungle, en Miami.
-Ay, Álvarez… -me dijo el ‘Pote’, seguramente asombrado de mi rapidez mental-: ‘Parrot’ es el minidrón que está al lado del cuadricóptero. Como BB-8, el nuevo robot de Star Wars, que reemplazó a R2D2, más conocido como ‘Arturito’.
Definitivamente mi amigo se había erigido como un experto en robots, los mismos que en el 2045 podrán hacer cualquier trabajo humano. Me acerqué al dron. Y le dije al ‘Pote’:
-¡Qué interesante! Me gustaría saber para qué lo vas a usar. ¿Evento deportivo?, ¿entrega de paquetes?, ¿emergencias?, ¿búsqueda de personas?, ¿control?, ¿vigilancia?, ¿investigaciones?
-En lo último… Ya lo he usado, este que tengo a prueba -se levantó entumido y con chirriar de rótulas se dirigió a la ventana de su piso 12-: ¿sabes que al frente hay una entidad oficial? ¿Quieres saber qué descubrí?
En Colombia, uno siempre quiere saber qué se descubre en una entidad oficial.
-Resulta que muchos funcionarios entran, marcan tarjeta, dejan el saco sobre la silla y vuelven a salir. ¿Sabes adónde van?
-¿Adónde? -Pues puse el dron a sobrevolarlos y a que no te imaginas: ¡se van a merendar! -Huy, ‘Pote’, es un descubrimiento muy importante, carajo.
Asintió y, con sonrisa socarrona, me dijo: -“Pero no lo quiero para eso”. Ah, este ‘Pote’ sí es un tipo genial. Quién sabe qué cosa tendría en la cabeza…
-Lo quiero para llevarlo al club -dijo, regresando al tapete. Miré el dron. -Todos mis amigos ya tienen uno. Para anticipar los trancones y tomar los atajos. Para tener una visión panorámica antes de entrar al campo de golf. Uno es nadie sin un dron, Álvarez, créame.
Me acurruqué a su lado. Miré la diferencia entre un Phantom y un Yuneec. Porque uno no solo debe sobrevolar. Hay que aterrizar con los amigos.
Carlos Gustavo Álvarez G
Periodista
cgalvarezg@gmail.com
columnista
Un dron para papá
POR:
Carlos Gustavo Álvarez
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