Un fantasma recorre Hispanoamérica poseído de la imponente atribución de aquel que liberaran Marx y Engels en su opúsculo de 1848, antípoda en principios al que Adam Smith rubricara en 1776 como el primer libro de economía moderna: el fantasma de la ruina de las Naciones.
Tiene el espectro una constitución que abarca los Estados fallidos, la debacle económica motorizada en el saqueo y la corrupción y el caos social convertido en un delta por el que fluyen las migraciones y los separatismos como lenguas de fuego. Y como toda entidad que funge de manera incorpórea, se mueve entre la realidad y la ficción, mecida en el vaivén de una verdad inverosímil.
¿Quién iba a creer, al comenzar el siglo XX, que Venezuela y su pueblo enhiesto terminarían en la situación de penuria que viven hoy, controlados por un gobierno de vodevil y burlados por polichinelas siniestros como Maduro y el mal llamado Diosdado?
Aposentada en un océano de oro negro como su máxima fortuna, la Patria era más que partera de emperatrices de belleza, destinada a encumbrarse sobre la cuesta de la economía continental.
Nada de eso queda hoy. Luego de que, en 1999, con un breve hálito bienhechor a pesar del estrago de los cristales democráticos, Hugo Chávez llegara al poder en el caballo blanco de Bolívar, a la Venezuela del corazón comenzaron a chuparla los vampiros del socialismo del siglo XXI.
Nada le han dejado. El país está quebrado, importando petróleo en buques que camuflan pertrechos, con una inflación que parece un globo de feria y lanzando a sus alrededores hordas de ciudadanos expósitos, que prefieren pedir limosna más allá de las fronteras que morir de hambre en su terruño.
Quienes se quedan rehenes tienen que sufrir el sainete de la ironía estólida del sátrapa y atender extáticos juegos de pirotecnia republicana, como las elecciones de pantomima del próximo domingo.
¿Podría otro país comenzar a recorrer el camino de la inopia, de la mano de ese fantasma? Podría, sí, y se llama Argentina. Más que consolidada como potencia en el siglo XIX y vigorizada para mejores destinos que una Copa Mundial de Fútbol, esta patria está recorriendo la calzada de la indigencia.
Argentina está encerrada en la cuarentena más larga del mundo, gobernada por el representante de los corruptos Kirchner sobre la pampa. Alberto Fernández, encumbrado con la serpenteante Cristina, malogra su país inspirado en Néstor: porque así lo quería Néstor, porque así lo haría Néstor, porque así me lo dijo Néstor. Un destino manifiesto de desastre, cuya más reciente treta traficó con la muerte de D10S.
¿Y puede otro país, fuera de América Latina, atarse al fantasma? Sí, España. De la mano del binomio comunista Sánchez – Iglesias, la otrora Madre Patria está andando el camino del barranco. Economía en crisis, separatismo desatado, lengua desterrada, pasado abolido y fraguado, y justicia destronada por perdón sin reparos y olvido a la fuerza.
¡Qué lejos está Colombia de ese fantasma!
Carlos Gustavo Álvarez
Periodista.
cgalvarezg@gmail.com