Luego de la aparatosa y etílica ceremonia de los Globos de Oro, y la menos divulgada sesión de los Bafta –en la que sonaron dos joyas cinematográficas de la homosexualidad, como behind the candelabra: my life with liberace y La vida de Adéle–, los cinéfilos nos aprestamos a seguir la entrega de los premios Óscar, que parecen rodar con las cartas marcadas.
De tanto recibir las expresiones de sus partidarios, y ajustándose a la cantidad de nominaciones, todo parece indicar que la estatuilla de oro del caballero desnudo que sostiene su espada sobre un rollo de cinco radio se quedará en manos previstas.
Después de ver casi todas las películas, excepto Nebraska, y a partir de un gusto personal, quisiera llevar la contraria.
Las cintas nominadas tienen su mérito, aunque se perciban de distinta manera. Doce años de esclavitud es la recreación in crescendo de la crueldad con los negros, una de esas manchas de la historia norteamericana que fue tratada con mayor sentido crítico en El mayordomo, ausente.
De esa previsible seguidilla de maltratos, sin embargo, y ojalá, sean distinguidos como mejores actor y actriz de reparto, Michael Fassbender y Lupita Nyong’o.
Solo que el trabajo de Jared Leto en Dallas Buyers Club es difícil de igualar, a pesar de la actuación soberbia de Barkhad Abdi, la verdadera revelación de Captain Phillips.
Los actores y las actrices en los papeles principales son maestros en la creación de sus carácteres geniales.
Las apuestas se inclinan por Cate Blanchett, suprema en esa obra maestra que es Blue Jasmine, tan apropiada para los trepadores sociales.
A mí me sobresaltó la actuación de Meryl Streep, en Agosto, que también me convenció con su libreto, aunque no aparezca nominado.
Candidata sin tanto bombo a mejor película, y a mejor guión original, Her, es una verdadera sorpresa.
Construida sobre el diálogo de un hombre solitario del futuro (Joaquin Phoenix) con el sistema operativo femenino de su celular (la voz de Scarlett Johansson), Her es una bella arquitectura de pláticas en una situación que ya se ha comenzado a vivir.
Las actuaciones de Leonardo DiCaprio y Christian Bale, en El lobo de Wall Street y American Hustle, son de quitarse el sombrero, aunque yo encuentro un poco repetido al primero y francamente despampanante al protagonista de Batman. Pero como una barrera contra esas aspiraciones tan publicitadas se levantan el papel y la transformación de Matthew McConaughey en Dallas Buyers Club, y por qué no, el eco de su personaje en El lobo de Wall Street.
No haber visto Nebraska me impide considerar la que parece una gran actuación de Bruce Dern.
Philomena me parece mejor historia que película; Gravedad no me convence, salvo por el talento portentoso de Alfonso Cuarón; Captain Phillips es un buen matinal, y no voy a repetir lo que ya escribí sobre Doce años de esclavitud. Quedan, pues, mis preferencias como mejor película por American Hustle (¡qué tal los personajes de Amy Adams y Jennifer Lawrence!), Dallas Buyers Club, El lobo de Wall Street y Nebraska, que tiene gato encerrado.
¡Hagan sus apuestas!
Carlos Gustavo Álvarez G.
Periodista