La baja de la nota de Colombia por una de las calificadoras de riesgo, Standard & Poor’s, preocupa, desde luego, pero contribuye a que el tema económico ocupe el lugar prioritario que debe tener en la temporada electoral. Si una de las razones aducidas por la firma es la falta de reactivación de la producción, además de que la reforma tributaria está lejos de producir el nivel de recaudo calculado, lo conveniente es darle una mirada al bosque, en lugar de fijar los ojos exclusivamente en ciertos árboles.
Es necesario, entonces, definir como objetivo que la economía crezca al ritmo más rápido posible. Para conseguirlo, resulta indispensable actuar en varios frentes de manera integral, no aisladamente, toda vez que ninguna acción podrá, por sí misma, recuperar la senda del crecimiento e imprimirle la velocidad necesaria para combatir eficazmente la pobreza, construir equidad, generar empleo, y tener buena política social.
Concertación, desregulación, desburocratización, estructura tributaria plana, de tarifas bajas y fácil recaudo, eliminación de gastos innecesarios, estrategia integral contra la corrupción, diplomacia para el crecimiento, diálogo popular, impulso a los inversionistas y a la productividad, y conciencia pública de inversión, además de emprendimiento.
Todo lo anterior debe convertirse en un paquete de acciones, que solo tendrán éxito en tanto se realicen con integralidad. Los acuerdos con los empresarios sobre sectores y productos en los que se sean competitivos, tengan mercado y creen puestos de trabajo, es importante realizarlos en el escenario del ‘crecer (consejo para la recuperación empresarial y el crecimiento económico rápido) cuya convocatoria es urgente, una vez se inicie el nuevo gobierno.
En materia de desregulación, la tarea no le dará espera al próximo presidente. Es inaplazable una operación de alta cirugía para acabar con la maraña de requisitos que impiden la creación de empresas, el emprendimiento y estimulan la corrupción.
La Ventanilla Única es un paso, pero, además, conviene partir del criterio de 3 por 1, no de 2 por 1, toda vez que urge ser agresivos, en el mejor sentido del término, sobre este asunto. Reformar, de otro lado, la estructura tributaria implica dejar de cobrarle cada vez más impuestos a menos contribuyentes, y avanzar en el propósito de que en cada paso tributen con tarifas menores un número mayor de colombianos.
Lo anterior debe acompañarse de un sistema de fácil recaudo que se convierta, por esa razón, en un verdadero antídoto contra la evasión. Así mismo, abocar la tarea de acabar con el gasto innecesario, toda vez que el 60 por ciento del presupuesto no corresponde a asignaciones productivas, tampoco podrá demorarse en la siguiente administración. Esto facilitaría lograr el objetivo de bajar los impuestos y subir los salarios para que el aparato económico adquiera el dinamismo que se requiere.
Adicionalmente, la lucha contra la corrupción tendrá que obedecer a una estrategia integral, con acciones múltiples, eficaces y dirigidas a obrar con el criterio de ‘cero tolerancia’. De lo que se trata es de que la economía crezca. Y eso no se logra con las tradicionales cuentas de servilleta dirigidas a decir que la fórmula es exclusivamente cobrar más impuestos. ¡Por ahí no es la cosa!