La forma como se anunció el ‘nuevo acuerdo’ está lejos de haber sido la adecuada, si es que en realidad se desea construir un gran acuerdo nacional para la paz.No obstante que las facultades legales para negociar con las Farc las tiene el Gobierno, la victoria del ‘No’ en el plebiscito hizo nacer un tercer interlocutor indispensable e inevitable.
Ese nuevo actor son los sectores y ciudadanos que abogaron por rechazar algunos puntos de lo convenido en La Habana. Es de justicia reconocer que el diálogo entre los delegados del presidente Santos y los voceros de las organizaciones que defendieron el ‘No’ ha sido amplio, constructivo y amable. Gracias a ese buen clima fue posible definir los términos del documento de ‘propuestas y opciones’ que se le entregó a los negociadores oficiales.
Sin embargo, preocupa mucho el afán de cerrar las conversaciones con las Farc y anunciarlas como un hecho cumplido. Bueno es recordar que ya se había actuado así en el pasado y que una de las lecciones de ese comportamiento es que, independientemente del efecto de opinión que en cada caso se quiso producir, al final los colombianos manifestaron con claridad su posición frente a los acuerdos.
Está muy fresca en la memoria de todos la imagen de la ceremonia de Cartagena, con la presencia de notables, nacionales e internacionales, cuyo objetivo evidente, internamente, era convertir ese espectáculo en el último gran acto de campaña por el ‘Sí’. El cálculo resultó mal, porque, a pesar de la solemnidad y la pompa, los electores que decidieron votar ‘No’ acudieron a las urnas con el fin de hacer claridad sobre lo que querían rechazar. Y lo hicieron.
Expresaron su objeción a que los culpables de los delitos más graves no paguen ni un solo día de privación de la libertad. Manifestaron su contrariedad con la posibilidad de que esos mismos responsables de atrocidades puedan ser elegidos inmediatamente, y hablaron contra la incorporación en el bloque de constitucionalidad del documento firmado por el Presidente de la República y ‘Timochenko’.
Dijeron, también, que creen inconveniente para la Nación que el narcotráfico se considere como conexo al delito político, y reclamaron que se exija a las Farc la entrega de sus recursos para financiar programas de reparación a las víctimas, entre otras razones, para pedir la búsqueda de un acuerdo mejor.
Hoy, esos millones, tienen la esperanza de que el proceso que sigue adelantándose concluya en un entendimiento nacional para la paz. Esa posibilidad existe, desde luego, y debe inspirar la actuación de todos. Pero si el contenido de lo que se comunicó el fin de semana anterior termina excluyendo, en la práctica, a sectores del ‘No’, o conservar intactas algunas de las razones que movilizaron a la mayoría en el plebiscito, como las que se mencionaron con anterioridad, el sueño de lograr un acuerdo duradero se convertiría en una desilusión histórica.
Habrá que leer el nuevo texto con espíritu patriótico y constructivo. Sin embargo, eso de que ya quedó cerrado es apenas una frase inapropiada. En las democracias, afortunadamente, siempre existe otra oportunidad para que el pueblo se pronuncie y decida.
*Excandidato a la vicepresidencia
carlosholmestrujillog@gmail.com
Precipitud inconveniente
Habrá que leer el nuevo texto con espíritu patriótico y constructivo. Sin embargo, eso de que ya quedó cerrado es apenas una frase inapropiada.
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