Es difícil –teniendo en cuenta la precariedad de la información que disponen los colombianos– tener claridad acerca de la oportunidad o no del debate que se ha suscitado a raíz de la idea de integrar un ‘congresito’ para implementar los eventuales acuerdos en Cuba.
Sin embargo, la dimensión que este ha adquirido invita a poner sobre la mesa algunas ideas relacionadas con el asunto de su refrendación y de los desarrollos constitucionales y legales que se requerirían.
En primer lugar, es indispensable que los ciudadanos digan si aceptan o rechazan dichos eventuales acuerdos. Si no se permite el pronunciamiento de la gente, lo que se convenga en La Habana carecerá de legitimidad popular. Y esa manifestación de voluntad de la ciudadanía debe ser sobre la sustancia de lo acordado, no acerca del ideal de la paz.
De lo que se trata es de auscultar qué es lo que quiere la mayoría del país con respecto a los temas que se pongan a su consideración. Para conseguir ese objetivo es necesario idear un mecanismo de participación nuevo que elimine las limitaciones de los existentes, bien sea por su tipificación actual, o por las dificultades para su puesta en práctica.
Ni la consulta popular ni el plebiscito, tal como hoy existen, son procedentes.
Por su lado, el referendo sería prácticamente imposible de aplicar porque a él se acude para preguntarle a los electores si quieren incorporar un texto constitucional o legal al ordenamiento jurídico, o derogarlo.
En el caso que nos ocupa, serían tantas las normas de distinta naturaleza, que el votante tendría en sus manos formulaciones de muy difícil comprensión y asimilación. Hay que buscar, entonces, un procedimiento que permita consultar, eliminando las limitaciones que tiene el mecanismo existente, y refrendar, facilitando la expresión de la voluntad del pueblo colombiano.
Esa herramienta sería la consulta refrendataria, que se estructuraría mediante un gran acuerdo político y de Estado para que tenga solidez y sostenibilidad, ya que se trata de un paso trascendental.
En segundo lugar, el Congreso debe ejercer sus funciones para efecto de los desarrollos jurídicos posteriores. Este tema podría hacer parte de las preguntas que se le hagan a los colombianos en la mencionada consulta refrendataria, y debería incluir las modificaciones al Poder Legislativo que se consideren necesarias, exclusivamente para los efectos ya señalados.
De esta manera, los ciudadanos dirían si desean aprobar unos temas concretos y le darían un nuevo mandato al Congreso para que los desarrolle, tanto desde el punto de vista constitucional como legal.
Lo fundamental, al fin de cuentas, es que si hay acuerdos los colombianos puedan legitimarlos en las urnas, en el evento de que sea eso lo que deseen, y que el poder institucional que los desarrolle, tenga mandato claro y una integración que refleje la realidad de la opinión nacional.
Carlos Holmes Trujillo G.
Excandidato a la Vicepresidencia de la República
carlosholmestrujillog@gmail.com