Aquello de que el punto más difícil de la agenda que se está discutiendo en La Habana era el relacionado con la justicia, tenía una razón de ser.
El gran obstáculo consistía en que las Farc proclamaban que no pagarían un solo día de cárcel, porque no son victimarios sino víctimas. Además, afirmaban que el Estado, contra el cual se levantaron, no podía investigarlos ni juzgarlos, porque habían tomado las armas para combatirlo, en ejercicio legítimo del derecho a la rebelión.
Y esa perorata, por lo general, la concluyen con la afirmación de que es dicho Estado el culpable de todos los males que ha padecido y sufre la nación.
¿Qué sucede con el anuncio, que hicieron el Gobierno y las Farc, sobre la creación de la jurisdicción especial para la paz?Pues que Santos aceptó la tesis de ‘Timochenko’, y considera que puede tratar de amortiguar el golpe, diciendo que el gran éxito que obtuvo en la mesa fue haber logrado que dicha organización aceptara ser investigada y juzgada por el Estado. Pero, además, se ufana manifestando que todo lo acordado cumple con los estándares internacionales.
El heredero de ‘Tirofijo’ hizo evidente en Cuba su gran satisfacción, porque él sí sabe para dónde va y cómo pueden usar la amplia competencia de la jurisdicción especial para la paz. Tiene muy claras las posibilidades de castigar el Estado contra el cual han dirigido sus actos de terrorismo, acudiendo a eso de la autoría indirecta y los crímenes cometidos en el contexto, durante un periodo que abarcará quién sabe cuántos años de nuestra historia.
Y, además, no tiene dudas acerca de lo que significa, para él y los otros miembros de su organización, que quienes acepten la responsabilidad por los más graves delitos, serán sometidos a sanción restrictiva de la libertad en condiciones especiales.
Tanto es así, que ayer rodaban por las redes mensajes de sus negociadores afirmando que hablan “desde la orilla de las víctimas”, que las sanciones restaurativas están condicionadas solamente al “cumplimiento laboral de la sanción”, y que los plenipotenciarios del Gobierno han “explicado el acuerdo tergiversando mucho de lo acordado”.
Todavía estamos a tiempo para no caer en el abismo. Infinidad de las formulaciones generales que se le dieron a conocer a los colombianos necesitan desarrollo, según se ha dicho, lo cual crea oportunidades para limitar los marcos de la jurisdicción especial, precisarlos, definir conceptos e impedir desbordamientos que serían, Dios no lo quiera, la semilla de nuevas violencias. Para que la paz sea real, verdadera, duradera y estable, se requiere que haya justicia, verdad, reparación y garantías de no repetición. Ese tiene que ser el objetivo del esfuerzo que haga nuestra sociedad.
Pero, a ella no se llega destrozando la institucionalidad, ni tirando a la basura principios centenarios como el de legalidad, presunción de inocencia y debido proceso, entre otros. Lo que todos queremos es paz, no asesinatos morales colectivos.
Carlos Holmes Trujillo G.
Excandidato a la Vicepresidencia de la República
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