En los próximos días, los equipos ejecutivos de las empresas tendrán conversaciones para hacer un balance del primer semestre del año y plantear sus focos de gestión para el segundo. En algunas de ellas estará presente la sensación de haber avanzado menos de lo deseado y la necesidad de acelerar ahora algunas iniciativas. Los motivos que explican la falta de ejecución son muchos, uno de ellos es la resistencia al cambio, ese enemigo a veces silencioso cuyo rastreo es posible desde el lenguaje en las conversaciones estratégicas.
El lenguaje expresa pensamientos y emociones, y al interior de las empresas toma formas como parte de su cultura. Observarlo con curiosidad nos ayuda a percibir más allá de las palabras. Con un grupo de ejecutivos en un reconocido grupo empresarial colombiano nos dimos a la tarea de identificar las frases que comúnmente surgían en sus diálogos y que ya eran reconocibles por algunos integrantes como síntomas de resistencia frente a iniciativas propuestas para discusión o elegidas para su implementación.
A manera de ejemplo, para que en el marco de la cultura y jerga de sus respectivas empresas y organizaciones procuren identificar las suyas, comparto ocho de esas frases que identificamos con este equipo. En un primer grupo están aquellas que toman como referencia o justificación a un tercero, las que podríamos llamar de resistencia indirecta: nuestra competencia ya lo intentó y fracasó, esto funciona para otras industrias y la nuestra es diferente, a los clientes no les va a gustar si ensayamos este cambio.
En un segundo grupo están frases de resistencia directa que surgen desde un aparente instinto de conservación: eso pone en riesgo el negocio actual y puede hasta canibalizarlo, no deberíamos distraernos en esto sin antes poner la casa en orden, eso ya lo ensayamos en el pasado y fue decepcionante. Y finalmente, el grupo de las frases para evadir la incomodidad de confrontar y resistir elegantemente unos meses más: vamos a pensarlo otro poco y lo volvemos a revisar, exploraremos de nuevo que personas pondremos al frente de esa iniciativa. Todas estas frases pueden ser ciertas y estar llenas de buena intención, con este equipo ejecutivo identificamos que son sus síntomas de incomodidad frente a iniciativas que tienen al frente y no se deciden a implementar, así como elementos para racionalizar y justificar su actitud dilatoria.
Aplazar la puesta en marcha de iniciativas estratégicas en ocasiones se vuelve hábito en las empresas, y como tal se incorpora en su cultura lo cual incluye también el establecimiento de un lenguaje. Para un segundo semestre dinámico y productivo, además de ajustar el foco, será bueno superar la eventual resistencia al cambio y para identificarla el lenguaje es un buen aliado.
Carlos Téllez
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