Una motivación explícita de los jóvenes que protestan en todo el mundo es la dificultad para acceder a la educación. Las oportunidades de educarse formalmente, para quienes desean ese camino, se comportan como un embudo que se hace más estrecho en la medida que se recorre.
Una fracción de quienes empiezan la educación primaria logra graduarse de la secundaria, y solo una parte de estos últimos accede a un pregrado universitario. Una proporción aún menor tiene el privilegio de culminar un posgrado. No todos los jóvenes, y con razones bien fundadas, desean este camino, pero sigue siendo al que aspiran muchos de ellos.
Pensando en esos jóvenes, para quienes en el camino el embudo se cierra, escribí las palabras que pronunciaré hoy en la ceremonia virtual de graduación de los estudiantes de posgrado en una reconocida universidad de Colombia.
Me dirigiré a quienes lograron superar el embudo para sugerirles una reflexión alrededor de los deberes que considero implica su título, entre otras cosas para honrar y apoyar en el futuro a quienes no lo lograron.
Organicé mis ideas, desde una reflexión personal, alrededor de diez deberes concretos que estimo pertinente consideren quienes, ahora mejor preparados, harán parte de una comunidad que atraviesa una pandemia, que padece de un profundo y justificado malestar social, y que necesita lo mejor de ellos.
Quienes acceden a educación de calidad reciben a cambio también una responsabilidad mayor de generar impactos significativos en su entorno para retribuir al privilegio de su formación.
Considero que quienes hoy terminan un posgrado deben expandir su propósito personal para multiplicar su impacto más allá de su quehacer profesional.
De otro lado, deben compartir con generosidad su conocimiento como lo hicieron con ellos sus compañeros y profesores. Así mismo, deben actuar con integridad plena para dar testimonio práctico de la elevada consciencia que sobre los valores les ha permitido su reflexión académica.
Por otra parte, deben humanizar su disciplina poniendo en el centro siempre a cada miembro de nuestra especie. Considero también, que quienes culminan ahora un posgrado deben promover el crecimiento de las personas en su entorno para que su propio crecimiento tenga sentido, y deben privilegiar el cuidado del medio ambiente desde todas sus actuaciones en respuesta a la crisis humana más profunda en la que ya estamos inmersos.
Finalmente, creo que deben elevar la búsqueda de la justicia social a una de sus máximas prioridades, comprometerse decididamente a dar forma al futuro, abrazar lo público como propio y honrar con gratitud su universidad.
Extiendo respetuosamente en esta columna un llamado a reflexionar y asumir voluntariamente a consciencia deberes que nos inspiren en un momento en el que la sociedad demanda lo mejor de cada uno de nosotros.
Carlos Téllez
carlos@carlostellez.co