La crisis social que observamos tiene dentro de sus protagonistas a muchos jóvenes que desean incorporarse activamente a la economía para construir su bienestar, pero que se sienten huérfanos de oportunidades, y a quienes se les marchita la esperanza al ver pasar los días con sus energías y sueños parqueados en el tiempo. A ustedes va dirigida esta sencilla reflexión para alentarlos, con pleno respeto y empatía, a considerar en este momento dentro de sus opciones de vida los caminos de la independencia y el emprendimiento. No son quizás las soluciones más intuitivas para la mayoría, que tal vez anhela un empleo, pero eventualmente la profundidad de la crisis las haga menos distantes y más pertinentes para algunos de ustedes.
Es natural, más si ya han sido empleados, que en su lista de opciones esté en un lugar privilegiado la búsqueda de un cargo en alguna organización pública o privada. Tal vez sus padres lo tuvieron, y son su ejemplo por seguir. La fortuna de tener empleo en excelentes empresas me acompañó por 20 años y posteriormente, al concluir el cuarto y último de ellos, sucumbí a la curiosidad de probar como independiente. Buscar un cargo en una empresa era mi plan original, pero siempre admiré la vida de aquellos que crean su propio empleo, que son su propia empresa, y por eso decidí probarla.
Conozco, por lo tanto, las bondades de un empleo y el valor indiscutible de las empresas y entidades del estado para el desarrollo integral de los individuos y la sociedad en general. Y he conocido también, ya inmerso en el mundo de los independientes, historias de emprendimientos individuales y colectivos contadas por personas tan comunes como somos la mayoría. Observo que no es de la naturaleza de la independencia y del emprendimiento la discriminación por edad, género, condición social, experiencia, o formación académica, entre otras variables. Así mismo, que son caminos tan retadores como democráticos, y tan riesgosos como gratificantes.
Entiendo que para algunos de ustedes mi invitación a que consideren estas opciones dentro de su reflexión puede parecer ingenua: ¿Cómo empezar desde cero, carentes de experiencia, contactos, formación empresarial y capital? Me parecía negligente no hacérselas en tanto son tendencias laborales, evidentes entre muchos jóvenes del mundo, la de crear empleo para sí mismos y ojalá para otros, o la de ser su propia empresa, y la de romper definitivamente el paradigma de la dependencia pasiva.
Una nota final: ser independiente o emprendedor no es sinónimo de informalidad en sentido alguno, tampoco de abandono de sus estudios si tienen acceso a ellos. Son apenas caminos alternativos para soñar, hacerse cargo de sus vidas y depender un poco menos de la voluntad caprichosa del destino.
Carlos Téllez
Consultor empresarial
carlos@carlostellez.co