La pandemia llevó a muchas personas a emprender por necesidad tras la pérdida de su empleo.
Esa necesidad detonó para ellas la migración a caminos de desarrollo personal o profesional que antes eran apenas alternativas secundarias, incluso indeseables, o anhelos frente a los cuales el riesgo percibido era paralizante.
Para fortuna de muchos emprendedores accidentales, convertidos ahora en empresarios, y de la sociedad en general, sus negocios han prosperado y los retos que enfrentan ahora son distintos a los que, al comenzar, desafiaron su experiencia y conocimiento, así como su autoestima y reputación: crecimiento, atracción de talento y gobierno corporativo, entre otros.
Acepté recientemente la invitación de una pareja de empresarios accidentales para estructurar formalmente la estrategia de su empresa, él y ella con experiencia en el mundo corporativo.
Además del reto que supone cada consultoría, el ejercicio se convirtió en una extraordinaria oportunidad para incorporar nuevos aprendizajes, de los cuales comparto algunos.
Concluimos con estos empresarios que, en casos como este, es clave que la conversación sobre la estrategia de la empresa esté precedida por otras reflexiones fundamentales.
La primera, sobre la estrategia familiar, lo cual incluye su estrategia patrimonial. Estrategia es escoger, por ello aclarar la familia deseada y acordar una visión patrimonial compartida generó insumos para orientar las escogencias empresariales.
Igualmente, fue importante clarificar la estrategia profesional de cada socio.
En este caso, cada integrante de la pareja tenía una carrera en desarrollo y emprender la alteró sustancialmente.
Vimos la importancia de lograr que el papel de estos dueños en la empresa comulgue cada vez más con su querer ser para que no queden viviendo por siempre en el deber ser. El emprendedor hace de todo y lo es todo.
Pero esto no es sostenible para el empresario que también quiere seguir forjando su carrera, en su empresa, desde sus competencias y preferencia.
Finalmente, acordaron cuidar que en esta etapa la empresa esté al servicio de ellos como empresarios y no ellos al servicio de la empresa.
Suena controversial, pero si personas responsables como éstas suelen verse absorbidas por sus empleos, el riesgo de que les suceda es aún mayor cuando lo que está de por medio es su patrimonio y su futuro.
La esclavitud del empresario es un riesgo para la sostenibilidad de la empresa.En cuanto al direccionamiento estratégico, validamos que las buenas prácticas para hacer estrategia en cualquier empresa también aplican para los empresarios accidentales.
Esta columna la escribo pensando en esa cosecha de empresarios familiares, herencia de la pandemia, que ahora quieren formalizar con método la estrategia en su empresa, además como una forma de honrarlos y agradecerles.
CARLOS TÉLLEZ
carlos@carlostellez.co