Hacer estrategia en las empresas es una de las labores esenciales y continuas para asegurar su permanencia competitiva a lo largo del tiempo y mantener la pertinencia tangible para sus partes interesadas. Esta invitación a profundizar la práctica de la estrategia en sus empresas este año que comienza está motivada en experiencias que me han permitido observar por qué tener un direccionamiento estratégico claro y explícito genera valor tangible en las organizaciones.
Definir aquello que queremos lograr y cómo vamos a conseguirlo es útil para enfrentar el futuro, siempre impredecible, evitando dejar al azar aquello sobre lo cual tenemos injerencia para navegar en forma deliberada y no inercial. Una estrategia clara nos orienta para dar forma al futuro en aquello que es maleable y para prepararnos de cara a sus versiones que anticipamos posibles, dejando claro tanto eso que haremos como lo que renunciamos a hacer.
La estrategia es una hipótesis sobre el futuro que no tiene intención de ser una predicción perfecta y, por tanto, ofrece dirección general para gestionar una empresa en su cotidianidad dentro de ese marco de referencia definido. Así, entonces, agiliza la toma de decisiones, facilita priorizar oportunidades e iniciativas para enfocarse y hacer el mejor uso posible de los recursos siempre escasos y empodera a los integrantes de la empresa para actuar proactivamente, con flexibilidad y creatividad, alineados hacia objetivos claros derivados de la estrategia, medibles, comunes y conocidos.
La estrategia, además, es una síntesis organizada de ideas para facilitar su comunicación. Desde ella la empresa se conecta con las personas que necesitan entender qué hace, cómo y para quién, y muy especialmente, por qué lo hace. El propósito superior que expresa una estrategia es la carta de presentación de una organización frente a todas sus partes interesadas, explica el sentido de su existencia, es clave para atraer y conservar al talento correcto y motiva todas las acciones diarias. De la estrategia parten los pilares para la gestión de este talento, por ejemplo, en cuanto a su formación, y es la base para definir intencionalmente una cultura organizacional.
Hacer estrategia es equivalente a vivir conscientemente, dándonos cuenta de aquello que nos rodea y de lo que somos. Así entonces, la estrategia permite a las empresas hacer sentido del pasado para vincularlo al futuro sin quedarse divagando en el primero, identificar sus capacidades y competencias presentes y las que necesitará para materializar su visión, aprovechar sus virtudes vinculándolas con oportunidades justificadamente pertinentes sean ellas deliberadas o accidentales, improvisar a consciencia, escoger su crecimiento con enfoque y sin perder flexibilidad, introducir tecnología donde más valor genera, y evolucionar de manera ambidiestra, es decir, adaptándose y creando.
Les deseo un estratégico 2022 colmado de buenas experiencias empresariales, profesionales y personales.
CARLOS TÉLLEZ
carlos@carlostellez.co