Según la más reciente encuesta de Invamer, el 31% de los encuestados opina que el principal problema que tienen los colombianos en este momento es el desempleo, superando incluso a la corrupción que le sigue con un 21%. En esta misma línea, al consultar si el empleo está mejorando o empeorando, un 75% indica una situación más desfavorable. Si bien la tendencia ha mejorado luego de alcanzar un pico del 97% en abril, el inconformismo de la ciudadanía en el frente laboral es innegable. Aunque la reapertura avanza y la actividad se ubica ya 3% por encima de los niveles prepandemia y apunta a un crecimiento entre el 9,5% en 2021, la percepción de los hogares evidencia una postura totalmente contraria.
La tasa de desempleo continuó la tendencia bajista alcanzando un 10,8% en noviembre, 2,5 pp menos que un año atrás y 2,9 pp menos que en octubre. Sin embargo, el crecimiento del empleo total cedió, pasando de un aumento anual del 2,5% desde el 4% en octubre, situándose un 4,5% por debajo de los niveles prepandemia. Por su parte, la tasa de participación del 60,4% se encuentra 3,0 pp por debajo del promedio previo a la pandemia. Ello indica no solo una generación de empleo más débil en el margen, sino también un menor porcentaje poblacional dispuesto a participar en el mercado laboral.
En este contexto, la mala percepción frente al desempleo tuvo lugar a pesar del incremento del 10,07% del salario mínimo, en acuerdo cerrado el pasado 14 de diciembre. El ajuste salarial, en términos reales fue de 4,5 puntos con la inflación de 2021. Sin embargo, dicho aumento podría ser indiferente para muchos, ya que un 45% de los trabajadores en el país son informales, es decir, los ingresos de un porcentaje significativo de los ocupados no se verán ajustados por el incremento salarial oficial. A esto se suma, el riesgo que hacia adelante se registre un agotamiento en la generación de empleo formal, no solo por el marcado aumento real del salario, sino también porque la economía prácticamente ya opera a normalidad y los estímulos monetarios y fiscales empezarán a recortarse.
Así, aun cuando se ha observado una recuperación tendencial del empleo y la implementación del PAEF evitó un panorama más desalentador del mercado laboral, persisten retos como el aumento de la tasa de participación, la fragilidad de condiciones en el campo, la migración, la elevada informalidad y las brechas de género, que se intensificaron con la pandemia. Dichas preocupaciones de nuevo emergen entre la ciudadanía y representan un reto para el último año de gobierno, donde a pesar de la recuperación, la tasa de desempleo aún es de doble dígito, las ganancias adicionales pueden agotarse y la composición del empleo dista de ser de calidad para todos.
CAROLINA MONZÓN
Gerente de Investigaciones Económicas para Itaú Colombia