El mundo vive momentos de polarización sin precedentes y parece que cualquier situación permite exacerbarla.
Con el inicio de año escolar ha comenzado en el país una nueva discusión en torno a si retornar o no a la presencialidad en las escuelas y colegios. Las redes sociales y los medios de comunicación, como es costumbre en la era de la posverdad, invitan a la polarización pero es no es el camino.
Todos coinciden en la importancia de regresar presencialmente a la escuela, el punto en disputa es cómo y bajo que medidas. El sistema educativo está en una crisis sin precedente y requiere, como nunca en la historia reciente, tomar medidas audaces.
Como en cualquier crisis, no se puede escatimar recursos para poder superarla. Ya se va a completar un año y no se han tomado medidas reales de choque.
Cuando se pone en la balanza lo que ha hecho el sector salud versus el sector educativo, tanto en el mundo como en Colombia, se nota la gran diferencia sobre cómo se entiende y maneja una crisis.
El sector salud puso los recursos para hacer investigaciones entre universidades y centros de investigación, protocolos para atención del paciente, formación del personal, adecuación de hospitales, reportes en tiempo real y el desarrollo de una vacuna en tiempo récord.
En contraste, el sector educativo está apenas sobreaguando y es hora de tomar medidas audaces, las siguientes buscan contribuir al debate.
Primero, sancionar una reglamentación especial que permita a los docentes en edad de alto riesgo poder disfrutar de su pensión y de un retiro digno, esto podría significar el retiro de cerca de 80 mil docentes.
Segundo, que los docentes puedan afiliarse a la EPS que le brinde un mejor servicio y tengan mayor cobertura en los lugares donde viven. Tercero, el Estado, como empleador de los docentes, debe afiliar a todos los maestros a la ARL estatal.
Cuarto, contratar con urgencia profesores provisionales que suplan las plazas de los que se retiren. Solicitar al Ministerio de Trabajo permiso para exigir a los profesores provisionales no tener comorbilidades y así reducir los riesgos.
Quinto, contratar personal de apoyo docente que permita tener grupos más pequeños, aprovechar más espacios en los colegios, y apoyar en las aulas virtuales. Al menos una persona de apoyo por cada 40 estudiantes, esto significa entre 150 mil y 200 mil personas, lo que implica unos 3,7 billones de pesos para 8 meses de clase de este año.
Sexto, dotar a todos los estudiantes y docentes de equipos que les permitan desarrollar la parte virtual, que seguramente se convertirá en un soporte permanente de la escuela.
Esto implica comprar al menos 9 millones de tabletas.
Además, se debe obligar a los proveedores de Internet, acceso sin costo a los contenidos virtuales del Ministerio. La inversión en este punto seria cercana a 1,5 billones de pesos.
Séptimo, se debe crear un grupo “élite” de al menos 200 profesores –hay más de 900 profesores con doctorado– que, con el apoyo de facultades de educación, desarrollen rutas pedagógicas interdisciplinares y material necesario para estas rutas.
Estas rutas deben poderse usar con las tabletas y a través del portal del Ministerio. También es clave que se realicen investigaciones que den información sobre la implementación de las rutas en los aspectos pedagógicos y de desarrollo de los estudiantes.
Octavo, sancionar una norma que le permita a los colegios gestionar recursos durante la emergencia para que puedan suplir las necesidades de equipamiento de bioseguridad y dar los recursos a las instituciones. Estas adquisiciones las podrían hacer a través del portal Colombia compra eficiente para poder hacer veeduría.
Noveno, darle libertar a los consejos directivos para que puedan desarrollar las estrategias de regreso a los colegios. Son ellos los que mejor conocen el contexto y situación particular.
Décimo, crear un sistema de indicadores institucionales sobre el cumplimiento de los elementos básicos para el regreso a la presencialidad que se actualice diariamente. Esto con el fin de hacer seguimiento sobre la reapertura de las instituciones y apoyar a aquellas que no lo estén logrando.
Finalmente, se debe entender que Colombia es muy diversa y que las medidas también deben responder a las particularidades de las escuelas.
Cecilia López Montaño* y Hernando Bayona R.**
*Exministra. **Profesor