Todos estamos en problemas. Está bien que el gobierno y la sociedad hayan definido unos sectores prioritarios para el funcionamiento como país, que se dé prioridad a otros para procurar la reactivación parcial de nuestra economía. Pero, por definición, el grueso de nuestro país no es ni podría ser prioritario.
No obstante, cuando observamos niveles no tan macro, cuando nos detenemos en los llamados sectores no esenciales, podremos observar la tragedia que implica para muchas personas, naturales y jurídicas, la parálisis de su modo de vida que hoy, por el azar de la pandemia, es considerado como no vital ni esencial.
Quiero poner como ejemplo de uno de ellos, de los miles que existen en nuestro país, que hoy está paralizado, que está soportando esta pandemia y el necesario confinamiento, pero por no ser considerado prioritario, e incluso, algunos dirán, ser suntuario, no deja de conllevar una dura procesión interna y estar sometido a esta incertidumbre.
Me refiero a un sector compuesto por alrededor de 90 organizaciones, que no son muchas en el total nacional, pero hasta hoy generan el sustento de cerca de 10.000 personas. El 60% con contratos directos y los demás en su cadena de suministros. Sus servicios son utilizados por un grupo de 44 mil hogares y han generado un ecosistema de consumidores, empleados, proveedores de diferente, tipo que mueve cerca de $600 mil millones anuales.
Estas organizaciones, tienen un muy bajo nivel de endeudamiento, pero sus gastos fijos son enormes sus activos principales son bienes inmuebles y también se están quedando sin caja. Una manera de entender su actividad económica y social está en decir que facilitan el tejido empresarial del país, son espacios para permitir y promover el intercambio de experiencias y conocimiento, son claros promotores de la cultura, de negocios, de las relaciones familiares y de amistad. Facilitan la práctica de deportes y
ofrecen facilidades de cuidado personal.
En un estudio que realizamos hace un par de años encontramos, además de lo ya mencionado, que el 60% apoya fundaciones sociales principalmente en educación y salud. Antes del inicio de la pandemia algunos de ellos ya venían con problemas económicos, pero seguían adelante con sus actividades y estaban tratando de reinventarse. Hoy su situación es más que angustiante, lo mismo que la de las cerca de 40.000 mil personas que derivan sus ingresos de su funcionamiento.
Se trata de los clubes de negocios, sociales y deportivos que hoy existen en Colombia y que son sostenidos por cerca de 44 mil socios activos y que generan empleos directos para miles de familias. Los datos que cito son tomados de un estudio presentado ante la Asociación Colombiana de Clubes (Asocolclubes).
Es claro que los clubes tienen condiciones especiales y por lo mismo mayores instrumentos para enfrentar esta crisis. No obstante, eso no los exime de también ser vulnerables. Pero ese no es el caso de sus empleados ni de las fundaciones que reciben su apoyo. Unos y otras dependen para su existencia de la actividad cotidiana. Su situación no es solo vulnerable sino que ejemplifica muy bien la tragedia, en esta coyuntura, de los sectoresno esenciales.