Podemos tener una inmensa base de datos, recogidos recientemente con la mayor rigurosidad posible y, aun así, tendrá errores. Es difícil de entender y aceptar, pero por definición, la perfección estadística no existe.
En el mundo de las probabilidades siempre está el margen de error, de la incertidumbre, de fallar, evaluar y volver a intentar. Por eso, las afirmaciones que se hacen desde la estadística no son absolutas. Se realizan estimaciones, aproximaciones, se miden probabilidades, pero no se dan certezas.
Los datos no hablan solos, pues somos los seres humanos quienes, en un contexto histórico concreto, los creamos, definimos su sentido y les damos interpretación. Ante nuevos hechos o miradas conceptuales, los datos de ayer, hoy pueden significar cosas muy distintas. Además, y a pesar de lo que afirman algunos, muchos datos no son necesariamente mejor información.
Si aceptamos estas premisas podremos darles un mejor uso a las estadísticas. Ellas han sido diseñadas para disminuir la incertidumbre y dar luces a escenarios de riesgo, pero no para hacer definiciones categóricas y finales.
Hoy tenemos acceso a millones de datos, contamos con gran capacidad de procesamiento, y se han desarrollado mejores técnicas de análisis, pero eso no quiere decir, que hayamos desaparecido la incertidumbre, de hecho, en muchos escenarios parece haber aumentado.
No es casualidad que una de las posiciones ocupacionales con mayor demanda en el mundo es la de analistas de datos. No se trata sólo de la técnica computacional, de saber escribir códigos en R o en phyton. También se requiere de entender conceptualmente los problemas y su contexto. De reconocer las fortalezas y limitaciones de los datos con los cuales se trabajará. El arte de las estadísticas es el nombre del libro de David Spiegelhalter, quien enfatiza en la necesidad que tienen los analistas de datos de ir más allá de las técnicas de procesamiento. De entender las preguntas, los conceptos y los dilemas que surgen al hacer que los datos hablen.
Nos recuerda que “Las estadísticas pueden dar claridad a los problemas que enfrentamos, pero todos estamos familiarizados con la forma como, en ocasiones, estos instrumentos han sido abusados para promover una opinión, o simplemente llamar la atención”.
Estamos en un mundo lleno de datos imperfectos, lo cual es mucho mejor que estar en uno sin ellos, pero aceptemos sus limitaciones; reconozcamos lo hermoso de vivir en un mundo donde las certezas no existen, donde nada es blanco o negro y existen muchos matices. Reconozcamos que las escuchas digitales, por potentes que sean, solo reflejan las voces de quienes son activos en las redes sociales y por lo tanto tan solo son un grupo de minorías.
Finalmente recordemos que las estadísticas surgieron hace más de 350 años en Europa con la promesa de que el destino no está escrito, que los seres humanos no dependemos de la voluntad de los dioses, que, desde el cielo o el Olimpo, saben lo que haremos mañana. Tenemos datos imperfectos para una realidad llena de incertidumbres, donde el arte de la estadística nos puede ayudar a iluminar el camino. Eso y solo eso.
César Caballero
Gerente Cifras & Conceptos S.A.