Creo que todos los embarazos en Colombia deberían ser deseados y sólo deberían existir los deseados. En todas las demás circunstancias, la decisión de continuar o no, debería ser tomada por la mujer.
Lo que está pasando con los operadores de justicia frente a las mujeres colombianas es una clara situación de represión frente a un sector específico de la población.
De los cerca de 400 casos anuales que son llevados ante la justicia cada año, 50 son en mujeres menores de edad. De ellas, el 25% terminan en la cárcel condenadas como criminales mientras que casi nadie es procesado por abuso sexual en menor de edad.
Es decir, en un volumen importante de violaciones en menores de edad, es la víctima quien termina en la cárcel por la interrupción voluntaria del embarazo, mientras su violador o abusador casi nunca es condenado.
Es increíble que la justicia colombiana sea más dura y eficiente con las niñas embarazadas que con los abusadores de ellas. Pareciera existir un sesgo sistémico en contra de quien está en la mayor condición de vulnerabilidad. Eso debe parar y debemos movernos a un marco legal donde todos los embarazos que existan sean deseados, llenos de amor, protección y cariño.
Existe una relación sistémica entre algunos médicos, la policía, la Fiscalía y los grupos que dicen promover la vida intrauterina, pero condenan y olvidan la vida por fuera del útero de la mujeres. Nadie señala que la Interrupción Voluntaria del Embarazo debe ser obligatoria, quien a pesar de una violación quiera continuar con su embarazo puede hacerlo. Pero no es justo, correcto ni sensato seguir obligando a nuestras niñas de 12, 13 y 14 años, ha tener embarazos no deseados so pena de ser criminalizadas.
Por ello creo que la Corte Constitucional debería avanzar en la garantía del derecho de las mujeres y en parar de una vez esta estrategia, al parecer estructural, de los operadores judiciales de castigar y criminalizar a cualquier menor de edad que ha quedado en embarazo y desea terminarlo de forma voluntaria. No podemos seguir teniendo un sistema judicial que actúa de forma encarnizada contra la vida de las mujeres.
Es increíble ver nuestro sistema de justicia actuando con tanta eficiencia frente a este tipo de decisiones mientras se mantiene pasivo frente a tantos otros delitos que nos afectan como sociedad. Por eso, el avance en la garantía de derechos para las mujeres debe ir más allá del reconocimiento, se requiere también la creación de mecanismos sociales y por supuesto, los médicos para que la pasividad no nos afecte.
La sexualidad de las personas no tiene porque ser siempre reproductiva. La decisión de tener hijos debe ser eso, una opción que las personas escogen y no una imposición de terceros. Soy padre y considero ese uno de los roles más importantes de mi vida.
En nuestro caso tuvimos que acudir a uno de los dispositivos que facilitan el embarazo y el nacimiento de nuestro adorado hijo y quisiera que Colombia fuera un país donde todos, absolutamente todos los embarazos sean los deseados y sólo los deseados.
César Caballero
Director de Cifras y Conceptos