Colombia sigue cambiando y a pesar de los múltiples problemas es claro que hemos avanzado como sociedad que empieza a ver la diversidad de sus caras. Presento siete ejemplos que es bueno reconocer y abrazar en su riqueza.
La primera es la de personas de más de 70 años activas laboralmente y en condiciones de salud razonables. Piense en cuántas personas de su entorno trabajan, son activos y autónomos para sus desplazamientos. No todos están en buenos empleos, pero cada vez es más común ver en nuestras calles, hogares y otros entornos públicos adultos mayores que siguen aportando a nuestra sociedad. Hace 20 años eso era una excepción.
La segunda son los venezolanos y otros extranjeros. Estamos ante la primera oleada masiva de inmigrantes en más de 200 años. Han llegado para quedarse y ayudarnos a transformarnos en una sociedad más diversa. Trabajan, estudian, se esfuerzan. Muchos sufren en las calles, pero en su mayoría intentan salir adelante aportando.
La tercera son las mascotas. Están en todas las ciudades y en todos los niveles de ingreso. Su nueva posición, como miembro de los hogares, ha generado industrias de alimentos, servicios, temas médicos y los ya conocidos caminadores que se ven en algunas ciudades. Hoy el maltrato animal es un tema condenado y eso hace que nuestro comportamiento frente a estos esté cambiando.
En cuarto lugar están los motociclistas. Hay más motos que carros circulando por nuestras calles, se trata de personas que lograron acceder a un activo que les da una gran libertad de movilidad, para trabajar, viajar y otros usos. Ellos asumen comportamientos y tienen necesidades sociales distintas. Una vez montado en una moto es difícil devolverse al transporte masivo.
También están los activistas, que defienden causas socialmente meritorias, como el medio ambiente, el feminismo, la protección de personas en situación de vulnerabilidad y otras más. Lo hacen con su ejemplo, sus patrones de consumo son distintos y dedican tiempo a temas en los cuales antes solo el sector público se preocupaba cuando lo hacía.
En sexto lugar quiero mencionar a las personas con tatuajes. Durante mucho tiempo la decisión de hacerse uno fue un tabú en nuestro país. Siguen dándose casos de discriminación, pero hoy podemos verlos en público y en redes sociales mostrándolos con tranquilidad y orgullo frente a nuestra sociedad.
De séptimo están los cristianos no católicos. No son un grupo uniforme, y a pesar de su claro crecimiento es poco lo que se han estudiado como grupo social. Su existencia nos ayuda a reflexionar y cuestionar temas que antes asumíamos como dogmas. Estas nuevas caras, de las cuales solo presentamos algunas, también ayudan a visibilizar la existencia de elementos intolerantes de nuestra sociedad que se expresan en la xenofobia, racismo, discriminación y exclusión.
Miremos con detenimiento nuestro hogar, lugares de trabajo y estudio, las calles que frecuentamos y allí veremos estas nuevas caras. Al hacerlo recordemos algo muy sencillo e importante, que a algunos les costará trabajo entender: ser distinto no es ser deficiente, ser diferente no es ser deficiente, ser diverso no es ser deficiente.
César Caballero
Director de Cifras y Conceptos.
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