En este momento, mediados de octubre, ya es posible tener algunos elementos sobre lo que podrá suceder con el 2021. Lo primero es que tendremos un crecimiento económico positivo que puede estar, de acuerdo con el consenso de analistas en 4% del PIB.
Este dato por si sólo es una buena noticia y me parece importante reconocerlo. Pero si se lee en contexto las interpretaciones pueden ser diferentes.
Por ejemplo, si la caída del PIB de este año es el -5.5% que sigue previendo el Ministro de Hacienda, un rebote del 4% será innegable y muy bueno. Pero si la caída es del 8%, como prevén muchos analistas, el aumento del 2021 será apenas natural y se logrará casi sin mayores esfuerzos.
Si sobre eso escribiera el Iván Duque, senador y columnista de este diario diría que con ese tipo de crecimiento sólo se conforman y felicitan los mediocres. En mi caso creo que el posible crecimiento del 4% debe leerse también en el contexto de los demás datos que lo acompañan y sus efectos en el resto de la sociedad.
Por ejemplo si es con un deterioro de las condiciones del mercado laboral, mayores niveles de violencia, menor bienestar de la población, menor cobertura en le educación superior y aumentos en la inequidad, pues las cosas no son tan positivas.
Las cifras oficiales van dando pistas claras sobre lo que nos ha pasado en los últimos dos años, la dureza de está pandemia y anticipan cosas que podemos esperar para el 2021. En el caso de la pobreza, el desempleo, la inequidad, la cobertura en educación superior y la seguridad, los organismos oficiales ya han establecido un deterioro en todos los frentes en 2019 y estiman que la pandemia los hará aún peores.
Hacia el 2021 Es previsible que haya una disminución de los costos laborales reales, pues el mercado laboral tendrá exceso de oferta en mano de obra, También veremos, por fin, una temporada de menores tasas de interés, que los bancos, con 8 meses de rezago trasladaran a sus clientes.
Habrá un impulso al gasto público, cuando se concreten las obras públicas planteadas en el Plan de Desarrollo y que el gobierno ha prometido impulsar, en su nuevo plan de reactivación.
Los sectores informales seguirán siendo los de más fácil adaptación a las realidades sociales, la inflación seguirá dentro del rango meta del Banco de la República y los indicadores fiscales se deteriorarán un poco más pero en niveles todavía manejables.
Veremos problemas en la demanda agregada, los hogares no dispararán su consumo y las nuevas inversiones serán lentas en su ejecución.
También volveremos a ver protestas sociales en las calles, el inicio de la campaña electoral y es posible que discutamos sobre la posibilidad de un nuevo apagón eléctrico por la combinación del cambio climático y el posible retraso en la entrada de Hidroituango.
Con los datos de hoy y las estimaciones de varios organismos especializados, sabemos que la recuperación de los niveles del 2018 en muchos indicadores tardará varios años. Los optimistas hablan del 2023 y los pesimistas del 2025.
César Caballero Reinoso
Director de Cifras y Conceptos.
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