El sistema educativo colombiano no es un sector homogéneo donde las decisiones deban tomarse con el mismo rasero para todos los casos. La educación, como nuestra sociedad, es profundamente desigual y esta pandemia con el confinamiento está exacerbando la inequidad.
Las medidas de educación remota funcionan distinto para los niveles de educación secundaria donde la autonomía de los estudiantes es mayor que, por ejemplo, para quienes están en los niveles de preescolar y los primeros grados de la educación básica. En el segundo caso, la autonomía requerida por los sistemas remotos es un reto de mayores dimensiones.
También están las enormes brechas de acceso digital, no solo entre áreas rurales y urbanas, sino también al interior de grandes ciudades como Bogotá y Medellín. Mientras hogares de altos ingresos pueden tener un buen acceso a conexión, con los aparatos adecuados, los de ingresos menores no tienen ni lo uno ni lo otro.
Además el tamaño de los grupos es menor en el sector privado que en el sector público. Los datos disponibles sobre el comportamiento del virus muestran que las afectaciones en los menores de 10 años, así como su tasa de trasmisión son menores que para todos los demás grupos de edad. La decisión sobre el retorno a clases debería tener en consideración no sólo el peligro de la infección con la covid-19, sino también las posibles consecuencias negativas en la salud de los niños.
Algunos pediatras han señalado los riesgos, en particular entre los 3 y los 7 años, de no estar en contacto con otros niños, para el fortalecimiento del sistema de auto inmunidades que se consolidan en estas edades. Además de la necesidad de socializar y de ejercitar el cuerpo. Un año sin socialización, ejercicio físico y desarrollo de inmunidades puede ser catastrófico para la salud de esas personas en resto de sus vidas.
Por todo ello, creo que es urgente el retorno de nuestros niños, particularmente los menores, al sistema escolar. Hoy creo que puede ser inmediato en algunos colegios, particularmente los ubicados en grandes ciudades, donde las instalaciones son adecuadas y las medidas de salubridad son posibles. No así en los muchas veces descuidados y olvidados colegios en zonas rurales del país, algunos de los cuales no cuentan ni siquiera con conexión de agua potable o baños.
El Ministerio de Educación debería focalizar sus esfuerzos en habilitar las instituciones públicas de preescolar en todo el país y proponer un esquema flexible para que las privadas recorran el mismo camino.
Tenemos que aprender a vivir con esta pandemia y prepararnos para la posibilidad de que vengan otras y en ello es clave que nuestros hijos entiendan que el miedo, la parálisis y el aislamiento no pueden ser la norma de comportamiento.
Las inequidades en el sistema educativo existen, pero no son inevitables. Son consecuencia de decisiones que hemos tomado y hay que corregir. Poner a punto las instituciones públicas de preescolar es un paso inicial, lograble en medio de esta crisis. A quienes argumentan el tema de la salud de los niños les pido pensar en las consecuencias de largo plazo de mantener esta situación.
César Caballero Reinoso
Director de Cifras y Conceptos