Que las exportaciones de Colombia han caído de forma notable en lo que va del año, con un bajón del 31 por ciento, es algo conocido.
Que el alza del dólar debería impulsar las ventas al exterior de más productos hechos nacionalmente, es algo que también afirman los especialistas.
Que el Gobierno se ha fijado una meta de llegar a los 30.000 millones de dólares facturados en bienes y servicios diferentes a los relacionados con la minería y los hidrocarburos para el 2018, así mismo se ha repetido.
Sin embargo, es igualmente verdad que el repunte esperado todavía no ha ocurrido. Según el reporte más reciente del Dane, los despachos al extranjero de artículos agropecuarios, alimentos y bebidas sumaron 3.548 millones en el primer semestre del 2015, lo que representa una reducción del 2,3 por ciento, con respecto a igual periodo del año pasado.
Y en lo que atañe a las manufacturas, la suma alcanzó los 4.204 millones, con un descenso del 3,7 por ciento.
En respuesta, quienes saben de estas cosas aclaran que los pedidos no se dan de un día para otro. No solo los compradores foráneos tienen que volver, sino que hay que desarrollar contactos, mandar pruebas y, si todo marcha bien, adaptar las líneas de fabricación, o preparar la tierra para cultivar, en lo que corresponde al campo.
Debido a ello, el pronóstico es que el giro en las cifras empezaría a verse en el 2016, así en el caso del mercado interno esté en marcha cierta sustitución de importaciones.
El marco descrito opera después de que Colombia haya firmado y ratificado acuerdos que le dan entrada privilegiada a países con 1.500 millones de consumidores.
Puesto de otra manera, no solo se trata de la devaluación, sino de los aranceles reducidos que ahora pagan nuestras exportaciones, algo que conforma un escenario que no tiene precedentes.
No obstante, para que el escenario de diversificación se vuelva realidad, es indispensable que los empresarios identifiquen las oportunidades y pongan de su parte.
En tal sentido, son reveladores los resultados de una encuesta interna, elaborada por Procolombia entre 250 representantes de compañías de tamaño mediano y grande, localizadas en las siete ciudades del país que más le venden al exterior.
Según el sondeo, 70 por ciento de los encuestados considera que los riesgos de incursionar en los mercados externos son grandes, por lo cual se pueden quebrar.
Debido a ello, dos terceras partes prefieren mantenerse dentro de las fronteras colombianas. Entre las explicaciones dadas, 63 por ciento de los interrogados afirma que quieren crecer, pero no ser ricos.
Y las revelaciones no se detienen ahí. El 42 por ciento le teme a exportar por desconocimiento de los trámites propios del comercio exterior, y cree que los pasos que se deben dar son más que los verdaderos.
A su vez, 38 por ciento no sabe de los beneficios que deja la internacionalización, y una proporción similar tampoco está familiarizada con los programas de apoyo gubernamentales.
Hay más respuestas, y todas, en general, apuntan en el mismo sentido: una mezcla de ignorancia y desinterés que sobresale. Es verdad que hay un número importante de empresas cuya actitud es distinta, pero la reticencia a mirar hacia afuera es un campanazo de alarma.
Los conocedores del tema elaboran hipótesis como los altibajos del dólar o los problemas que tuvieron quienes probaron suerte en Venezuela o Ecuador en años recientes, para explicar las reacciones mencionadas.
Por ello, es necesario continuar con una labor pedagógica orientada a desmontar mitos, pero sobre todo concentrada en los casos de éxito.
De hecho, entre los ejemplos más exitosos del país están los de compañías que decidieron internacionalizarse. Solo si esa senda es seguida por muchos más, será posible lograr el objetivo de aumentar y diversificar las exportaciones colombianas.
Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
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