Que las nuevas cuarentenas, desatadas por el segundo pico de la pandemia, generan un alto impacto en la economía es repetir lo que empresas y hogares han experimentado en carne propia en meses pasados.
La pregunta hoy no es si los confinamientos y la nueva ola de restricciones golpearán el proceso de reactivación económica de finales de 2020 sino en qué magnitud y cuáles serán las vías de la recuperación.
Las estimaciones preliminares de ese impacto no son pequeñas. Estudios del Banco de Bogotá calculan que, basados en la reducción de la movilidad, la economía podría contraerse entre 4,5 y 7 por ciento. Asimismo, otros análisis hablan de una reducción de alrededor del 20 por ciento en el consumo.
Fedesarrollo ha calculado que las restricciones y otras medidas de cierres le costarían a la economía colombiana entre 8,3 y 12,5 billones de pesos y se traducirían en la destrucción de entre 146 mil y 220 mil puestos de trabajo.
De hecho, por el grado de dureza de la cuarentena impuesta por la alcaldía de Bogotá, la capital contribuiría con el 48,8 por ciento de esa reducción de la actividad productiva y el empleo frente, por ejemplo, a 15,9 por ciento de Antioquia y 11 por ciento de Valle del Cauca.
En otras palabras, no solo por el tamaño de la economía capitalina sino también por la dureza en el diseño de los confinamientos en el Distrito, Bogotá sufrirá un impacto social y económico mayor tras este enero de cierres y restricciones.
La preocupación, en especial por la economía de la capital de la República, no solo crece sino también cuenta con pronósticos y encuestas tanto macro como micro. El PIB bogotano habría experimentado en 2020 una caída histórica de alrededor de 6,4 por ciento.
Si bien los efectos de las cuarentenas de enero serán menores que las del año pasado por la adaptación de empresas y hogares, cerrar o afectar a aproximadamente el 75 por ciento de los establecimientos comerciales de una ciudad conlleva un inmenso costo social, económico y de empleo.
Ya el tejido empresarial capitalino está desgarrándose por esos impactos. De acuerdo con la Cámara de Comercio de Bogotá, en 2020 la economía capitalina sufrió la disminución del 12 por ciento de la empresas, esto es, más de 53 mil empresas. Si se tiene en cuenta que una inmensa mayoría de las empresas bogotanas es mediana, pequeña o micro, el golpe a la iniciativa privada en la ciudad no es menor.
Ayer la Cámara de Comercio publicó una encuesta que recoge los impactos en las actividades de las mypimes capitalinas en lo corrido de enero. Solo el 7 por ciento de las medianas, pequeñas y microempresas bogotanas están funcionando a toda su capacidad.
Ese mismo dato en diciembre pasado era del 12 por ciento y en noviembre del 24 por ciento. El freno en la reactivación no solo es tangible sino que se traduce en ventas reducidas, en los pedidos y en la producción.
Dos tercios de las mipymes reportaron caídas en las ventas y un 22 por ciento identifica a la cuarentena como el principal riesgo para la reactivación. Los cierres son la principal causa del cierre de los negocios en la ciudad- 18 por ciento.
No se trata de reeditar la falsa disyuntiva entre salud y economía. La administración distrital optó por un abordaje de estrictos confinamientos, al estilo del año pasado, y en unas pocas semanas, se podrán evaluar sus resultados en materia de salud pública.
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El riesgo está en que diversos análisis han mostrado que el diseño de las cuarentenas en la capital ha elevado los costos sociales y económicos de los bogotanos en comparación con el tamaño de la economía. Cuando los confinamientos terminen, la estabilización y la recuperación del tejido empresarial capitalino debe ser prioridad distrital.