Que la mayoría de los latinoamericanos vive en ciudades es algo que se sabe desde hace rato.
De acuerdo con la Cepal, en el 2010 había 441 millones de personas en los centros urbanos de la región, un número que se elevará a 531 millones en el 2020.
Debido a esa perspectiva, la presión sobre los recursos existentes no hará más que aumentar, algo que incluye la disponibilidad de suelo o la mayor demanda de servicios públicos como agua, electricidad y recolección de basuras.
Una mención aparte merece la movilidad, que se ha deteriorado en la mayoría de las capitales del área. Aparte de la gran cantidad de gente, el buen desempeño que tuvo la economía hasta hace un par de años se tradujo en un incremento sustancial del parque automotor, sin que los desarrollos viales sucedieran en paralelo.
Ese panorama general también tiene su expresión particular en Colombia, en donde los atascos son una constante, incluso en lugares como Medellín, que de forma sostenida adelanta obras destinadas a romper cuellos de botella puntuales y elevar la velocidad promedio del tráfico. Más allá de la presencia de sistemas de transporte masivo, existe una preferencia por el uso del vehículo individual, ya sea por razones de seguridad, comodidad o estatus.
Los estudios disponibles demuestran que ningún caso es más angustioso que el de Bogotá, que cuenta con cerca de 1,3 millones de automóviles particulares. Los tiempos de desplazamiento en el Distrito vienen en franco aumento, tanto en las horas pico como en las valle, un factor que implica un costo en términos de productividad, bienestar y desperdicio de recursos.
Para quienes pasan horas detrás del volante en las calles bogotanas, el desafío no es solo moverse dentro del perímetro urbano, sino salir a las poblaciones aledañas. El trayecto se ha convertido en un verdadero calvario para la creciente proporción de ciudadanos que trabajan o estudian en la capital pero viven en municipios como Madrid, Mosquera, Facatativá, Chía y Cajicá, para solo mencionar algunos.
Normalmente, el embotellamiento comienza apenas se franquean los límites distritales, algo que resulta irónico a la luz de los desarrollos viales recientes, que consisten en la construcción de dobles calzadas para mejorar la conectividad con el resto del país. Los dos puntos más críticos están en la Calle 13 y la Autopista Norte que reciben un flujo de tráfico que desborda su capacidad actual.
En consecuencia, no queda más remedio que adelantar ampliaciones cuanto antes. El problema es que, a pesar de que hay varios proyectos presentados que usan la figura de la asociación público privadas, no aparecen buenas fuentes de pago, pues las finanzas distritales no pasan por su mejor época.
Por tal razón, quienes saben del asunto consideran que Bogotá debería cobrar peajes de entrada en los puntos mencionados. El inconveniente es que los alcaldes vecinos tradicionalmente se han opuesto a la idea, al igual que la gobernación de Cundinamarca. Debido a ello, la nación, a la cual le correspondería dar la autorización y ceder el recaudo, se mantiene expectante.
No obstante, hay posibilidad de que el asunto se destrabe, en caso de que salgan avante dos iniciativas de transporte masivo. La más adelantada es un tren ligero que saldría de Facatativá y cuyos diseños están muy avanzados. Una segunda sería un trolley o bus eléctrico, que correría por las vías férreas y llegaría hasta Zipaquirá, al norte del Distrito.
Ante la expectativa de una solución integral, la esperanza es que tanto los habitantes de la Sabana como las autoridades locales y regionales respalden el peaje bidireccional. De lo contrario, las demoras seguirán sin resolverse, algo que afectaría, todavía más, la calidad de vida de cientos de miles de personas, así como la propia competitividad de una urbe que hoy está virtualmente bloqueada por los vehículos que tratan de entrar y salir de ella.
Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
@ravilapinto
Editorial
La capital embotellada
Cobrar peajes en las entradas a Bogotá aceleraría las soluciones viales que requiere la urbe con urgencia,
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Ricardo Ávila
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