Hace pocos días Corficolombiana emitió 500 mil millones de pesos en bonos sociales con vencimientos a 5 y 12 años en la primera operación de esta naturaleza en el país con estos montos y relevancia. Estos recursos serán destinados a financiar los proyectos Pacífico I y Covioriente, que beneficiarán a 92 comunidades y generarán 30 mil empleos, de acuerdo a María Lorena Gutiérrez, presidenta de la entidad.
La emisión de Corficolombiana se suma a una interesante dinámica de creación de bonos temáticos en el país y en América Latina que apuntan a proyectos de inversión con impactos no solo sociales sino también ambientales (verdes), de economía creativa y cultural (naranja), de conservación de agua y mares(azules) y de sostenibilidad.
De acuerdo a un reciente reporte del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) el tamaño de este “mercado sostenible” en América Latina y el Caribe es de 48.600 millones de dólares, de los cuales los verdes son 30.200 millones, los sociales son 8.600 millones y los sostenibles son 9.700 millones.
Brasil y Chile son las economías latinoamericanas que lideran esta financiación con 17.800 y 11.700 millones de dólares, respectivamente. Este es un mercado que viene experimentando un dinámico crecimiento en la región en el que su dimensión se ha más que doblado entre 2019 y 2021.
Energía, transporte público e infraestructura asociada, uso del suelo -por ejemplo, reforestación o agricultura baja en carbono- y edificios y agua son los sectores en los cuales se están desarrollando los proyectos financiados.
Por su parte, Colombia sigue haciendo la tarea. De acuerdo a datos de Asobancaria, hasta 2021 el país ha emitido bonos temáticos por unos 1.300 millones de dólares desde la primera emisión en 2016 equivalente al 2,7 por ciento del mercado regional.
Los bonos sociales responden por unos 286 millones de dólares, los sostenibles -que también incluyen proyectos con impactos sociales y ambientales- son 338 millones y el resto son bonos verdes.
En términos de bonos sociales aún hay mucho por avanzar y consolidar desde el primer ejercicio de Bancóldex en 2018 que financió pymes encabezadas por mujeres. Tras esta emisión de Corficolombiana -que se suma a otros dos en el último año- lo deseable sería la generación de más instrumentos financieros de esta naturaleza que apalanquen iniciativas con beneficios sociales, certificados por sólidas metodologías.
En cuanto a los bonos verdes y sostenibles las tendencias en el país en los dos últimos años han sido también positivas con varias emisiones de distintos actores del mercado. De hecho, la Superintendencia Financiera publicó para comentarios la “Fase I para la Construcción de la Taxonomía Verde en Colombia”.
Que el país transite hacia una taxonomía local constituye un avance ya que unificará los abordajes y las definiciones para evaluar y comparar los distintos proyectos desde diversos sectores de la economía y sus impactos sobre el ambiente.
Las finanzas sostenibles han demostrado que, más allá de la ‘moda’, cuentan con la capacidad financiera, institucional y regulatoria para seguir robusteciéndose en la amplia ‘gama de colores’ sociales, ambientales, sostenibles y creativos.
La pandemia de la covid-19 ha empujado a cada vez más empresas privadas, tanto del sector financiero como de otros sectores de la producción, a encontrar caminos y salidas creativas que sostengan las iniciativas mientras producen tangibles beneficios sociales.
Francisco Miranda Hamburger
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