En un país que parecía sufrir un caso crónico de pesimismo agudo, resulta alentador el resultado del Gallup Poll, dado a conocer ayer. Según la encuesta –que se adelanta en las cinco ciudades principales–, la proporción de personas que piensan que las cosas en Colombia están empeorando cayó en 19 puntos porcentuales, hasta el 37 por ciento.
A su vez, los que creen que hay una mejoría subieron en 9 puntos hasta el 35 por ciento, por lo cual –si se incorpora el margen de error de la muestra– se podría hablar de un empate técnico desde el punto de vista de la estadística, después de que la balanza llevara dos años completos inclinada, en favor de las percepciones negativas.
Ante semejante giro, se pueden buscar explicaciones puntuales. La más obvia es que el Mundial de Fútbol y la suerte de la Selección Nacional tienen mucho que ver en lo sucedido. En respuesta, quienes saben de sondeos señalan que el buen desempeño del onceno tricolor es un factor que ayuda, pero no es el único, pues la medición se hizo a finales de junio cuando transcurría la primera ronda del torneo y no había empezado la fase actual.
De hecho, es muy posible que el fin de la temporada electoral tenga la principal responsabilidad en la nueva actitud de los ciudadanos. Tras una campaña presidencial en la que primaron los ataques y la propaganda negativa, el triunfo de Juan Manuel Santos, por un cómodo margen, le permitió a la gente pasar la página y mirar las cosas con un prisma diferente, en el que prima la esperanza sobre el escepticismo, al igual que el ánimo en favor de la paz.
Gracias a ello, la apreciación sobre la situación de la economía mejora sensiblemente, mientras que la visión es menos crítica con respecto a problemas de vieja data como la corrupción, la inseguridad o la calidad y el cubrimiento de la salud. Es verdad que las calificaciones todavía son muy bajas y que en muchos temas el país sigue perdiendo la materia, pero el cambio en la dirección del viento es indiscutible.
Entre quienes se benefician del aire fresco, no hay un ganador mayor que el actual inquilino de la Casa de Nariño. De hecho, la imagen favorable de Santos subió 14 puntos, hasta el 48 por ciento, y la aprobación a su gestión llegó al 53 por ciento. En contraste, Álvaro Uribe, su principal opositor, sufrió lo que bien podría describirse como un descalabro. Por primera vez desde diciembre de 1996, cuando empezó a ser medido por el Gallup Poll, la opinión desfavorable del creador del Centro Democrático –que al final de su segundo periodo era apenas del 18 por ciento–, superó a la favorable y se ubicó en 49 por ciento.
Hay, por lo tanto, una variación en la correlación de fuerzas frente a la opinión, que podría tener consecuencias políticas inmediatas, ahora que el Congreso que fue elegido en marzo empieza a sesionar. Para el expresidente, el mensaje es que una actitud de oposición extrema puede relegarlo al ostracismo no solo en el Capitolio, sino a los ojos de una ciudadanía que empieza a dar muestras de cansancio ante sus actitudes.
Pero más allá de lo que suceda en ese campo, lo más importante es que los consumidores comienzan a ver el vaso medio lleno y no medio vacío. Así lo sugiere el que 57 por ciento de los interrogados por Gallup se declare satisfecho con su estándar de vida, 16 puntos por encima de los que dicen estar en desacuerdo con esa apreciación. La brecha es cuatro veces superior a la de mayo, algo que hace pensar que el clima es apropiado para que la demanda interna se siga comportando bien en el futuro cercano.
Tales opiniones constituyen, sin duda, una oportunidad para impulsar reformas, mientras estas se justifiquen de forma correcta y apunten al bienestar general. Y es que la oleada de optimismo le da a la nueva administración un respiro que debe saber usar, con el fin de impulsar un círculo virtuoso que prolongaría el buen momento de la economía, el mismo que pasa por la actitud positiva que tengan los colombianos.
Ricardo Ávila Pinto
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