SÁBADO, 02 DE DICIEMBRE DE 2023

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Ricardo Ávila

China es el salvavidas

Ricardo Ávila
Exdirector de Portafolio
POR:
Ricardo Ávila

La inquietud que genera la suerte de Europa y los efectos que una eventual desintegración de la zona euro tendría sobre el planeta, han ocupado por estos días los titulares de la prensa mundial.

A pesar de que el de ayer fue un buen día, ante la percepción de que el resultado de las próximas elecciones griegas puede no ser tan malo como se preveía para la moneda comunitaria, los inmensos problemas que enfrenta España por cuenta de su sector financiero son ahora un nuevo dolor de cabeza.

Tanto, que la perspectiva de una debacle en el Viejo Continente ha alimentado la posibilidad de que se repita un clima recesivo como el del 2009, cuando el PIB global se contrajo en cerca del 2 por ciento. Dicho escenario es mirado con preocupación desde América Latina, dados los lazos económicos, comerciales y culturales que existen con el otro lado del Atlántico.

Al fin de cuentas, la Unión Europea es todavía el segundo comprador más importante de productos provenientes de esta región.

Sin embargo, algunos analistas sostienen que las cosas pueden no ser tan graves, si del lado de allá del Pacífico los reportes siguen relativamente bien.

Para dejarlo claro, la suerte de buena parte de las economías latinoamericanas está condicionada de manera cada vez más evidente por lo que ocurra en Asia, en general, y en China, en particular.

Al fin de cuentas, es ese continente el principal consumidor de los bienes primarios que exporta Latinoamérica y es gracias al desmesurado apetito por estos productos que las cotizaciones se han mantenido altas.

A este respecto, los informes que se escuchan sobre la nación más populosa del mundo causan más de un ceño fruncido.

Diferentes indicadores, que van desde las exportaciones hasta la actividad manufacturera y el sector de la construcción, apuntan a una importante desaceleración. Incluso, el propio gobierno en Pekín se impuso una meta de crecimiento del 7,5 por ciento para el 2012, una cifra notablemente inferior al 10 por ciento que ha sido el promedio de las pasadas dos décadas.

¿Quiere decir lo anterior que el auge chino va a terminar y ahora viene la destorcida? No exactamente.

Una mirada más cuidadosa a los datos deja claro que la locomotora puede andar un poco más lento, pero que su velocidad todavía genera envidia en cualquier latitud.

Algunas cifras ilustran esa afirmación. Según el Fondo Monetario Internacional, el año pasado el PIB de China ascendió a casi 8 billones de dólares en términos nominales, por debajo de los 15,6 de Estados Unidos y ya a una considerable distancia de los 6 billones de Japón. Con esa base, un aumento real como el anotado, le va a aportar mucho más a la economía mundial -valorada en 71,9 billones- que el de norteamericanos y nipones, pues ambos tienen un desempeño mediocre.

Por otra parte, ciertos académicos tienen una interesante discusión en el sentido de que los chinos no necesitan crecer tanto como antes, debido a que la gran absorción de población trabajadora joven que vivía en las áreas rurales ya tuvo lugar.

El desplazamiento de la fuerza laboral hacia las ciudades fue el que permitió que unos 500 millones de personas salieran de la pobreza, pero, ahora, las particularidades demográficas del país asiático hacen que sea necesario levantar el pie del acelerador para no crear cuellos de botella.

Al tiempo que eso ocurre, la existencia de una masa inmensa de ahorro del público garantiza que las altas tasas de inversión sigan, a pesar de los casos de despilfarro. Incluso, los bancos que se han equivocado dando préstamos no corren los riesgos de una pérdida de confianza, porque la gente no se puede llevar su dinero a otro país.

Aun si detrás de esas afirmaciones queda claro que existen ineficiencias, el mensaje es que pronosticar un declive chino es apresurado. Tal afirmación le da un parte de tranquilidad a Colombia, no solo por la salud de su segundo socio comercial, sino porque le asegura que un desplome en las materias primas que exporta es todavía improbable.

Ricardo Ávila Pinto

ricavi@portafolio.co

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