Este viernes el Departamento Nacional de Estadística (Dane) revela la cifra de crecimiento del PIB correspondiente al año pasado. Los analistas estiman un aumento de unos 50 a 60 puntos básicos en comparación con el 2,7 por ciento de 2018, es decir, entre el 3,2 y 3,3 por ciento.
Una economía con esos niveles de crecimiento en América Latina es una noticia muy positiva para el país. En especial si se tiene en cuenta que el 2019 fue un annus horribilis para el desempeño regional.
Las estimaciones para el comportamiento de las economías latinoamericanas el año pasado reflejan un estancamiento. Mientras otros países registran caídas o crecimientos muy bajos, Colombia se convierte en la de mayor dinamismo dentro de los PIB de gran tamaño en la región.
De hecho, la economía colombiana marcó una positiva senda de crecimiento en 2018 que se confirmará para 2019 con el informe del Dane de hoy.
La promesa del presidente, Iván Duque, de impulsar una agenda de reactivación económica se está cumpliendo, jalonada especialmente por las dinámicas del consumo interno y la inversión.
Este comportamiento del PIB durante el año pasado no pasó desapercibido por los analistas, los inversionistas y demás actores globales que destacan al país dentro del escenario y de las perspectivas regionales. En comparación con otras economías latinoamericanas, la salud de Colombia no dejó de sobresalir.
No obstante, esa visión positiva no es compartida internamente en el país. Si bien Duque prometió crecimiento con equidad, la segunda parte de la promesa no cuenta con calificaciones tan positivas como la primera.
El dinamismo económico de 2018 y 2019, lamentablemente, no ha estado acompañado de un crecimiento del empleo para los colombianos. La tasa anual de desempleo del año pasado cerró en un preocupante 10,5 por ciento. Aunque los más recientes reportes del Dane han empezado a dar buenas noticias en algunos aspectos del mercado laboral, lo cierto es que la economía colombiana crece sin generar los suficientes puestos de trabajo.
Y si a lo anterior le sumamos el choque proveniente de la migración venezolana, el país enfrenta una problemática que requiere de la mayor urgencia y la máxima prioridad nacional.
Fue precisamente el desempleo uno de los combustibles del descontento social que estalló a finales del año pasado. Si bien la economía nacional no parece haber sido tan impactada por las protestas ciudadanas como sucedió en Chile, la definición política del malestar está aún lejos de resolverse.
Otro aspecto preocupante está relacionado con el ritmo en la reducción de la pobreza. En años recientes, esa capacidad de la economía, junto a las políticas del Estado, de sacar colombianos de la pobreza ha venido disminuyendo. Aunque este fenómeno se está experimentando en toda América Latina, es menester concentrar esfuerzos en mantener la lucha antipobreza en los niveles necesarios.
Mientras el despliegue de un paquete de medidas orientadas a aliviar las cargas y los trámites al sector privado sostiene el optimismo de los empresarios, el ciudadano de a pie maneja expectativas más negativas y sombrías. Lo que es peor: la ciudadanía rechaza en las encuestas la gestión económica del Gobierno a pesar de positivas noticias del crecimiento como la de hoy.
Sin importar el dato consolidado que publica el Dane, Colombia necesita crecer a una tasa mucho mayor que la del año pasado. Al ritmo actual nuestra economía no podrá generar los empleos necesarios para todos, bajar los índices de pobreza y mejorar la redistribución en bienes y servicios sociales. 2020 arrancó con retos en el entorno global que la economía nacional debe enfrentar para crecer más y para muchos más.
Francisco Miranda Hamburger
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@pachomiranda