Estancados. Así se podrían calificar los resultados de los jóvenes colombianos en las pruebas del Programa de Evaluación Internacional de Estudiantes (Pisa) del 2012. Por 13 años, en cinco informes se han medido las destrezas en matemáticas, ciencias y lectura en más de 60 países y regiones del mundo.
Al estar coordinado por la Ocde, el trabajo constituye no solo una gran base de datos de sistemas educativos, escuelas y alumnos, sino también una útil herramienta de comparación con las naciones más desarrolladas.
Para Colombia, que ha participado en los test del 2006, 2009 y 2012, el panorama no es bueno. Si bien los puntajes para las tres áreas han subido desde la primera vez, en comparación con la pasada se registran retrocesos. Por ejemplo, en matemáticas, énfasis de la más reciente prueba, el país obtiene 376 puntos, el cuarto peor entre los 65 sistemas educativos estudiados.
Cuatro de cada 10 jóvenes colombianos caen debajo del nivel 1, el más básico. En los ocho países latinoamericanos participantes solo superamos a los peruanos, los últimos del ranking en todo.
En competencias científicas se repite la situación: con el sexto peor puntaje, apenas estamos por encima de Perú en la región.
El desempeño en la categoría restante, lectura, es un poco mejor: con el noveno peor registro, pasamos esta vez a los argentinos.
Las distancias con los más destacados son abrumadoras. Con Shanghái, la mejor en matemáticas, la brecha de 237 puntos se traduce en cinco años de escolaridad.
Las naciones asiáticas monopolizan el liderazgo en los listados Pisa, mientras que Finlandia, el sistema europeo protagonista de la más reciente revolución escolar, cayó a la sexta posición.
Para quienes consideran injusta la comparación con los más desarrollados, los latinoamericanos registran de la mitad hacia abajo de la tabla.
La muestra –que incluye a Chile, México, Brasil, Argentina, Costa Rica, Uruguay, Colombia y Perú– da a los australes como los mejores en la zona, con una distancia de 40 puntos en promedio.
Para el Icfes, hay que mirar la tendencia desde la primera participación. Según reconoce el informe de la Ocde, en lectura, Colombia “ha mostrado un promedio de mejoramiento de tres puntos por año”. Esto ha sido jalonado por un repunte de los jóvenes de logros más bajos.
No obstante, la dinámica no se repitió en ciencias y matemáticas, cuyos promedios anuales de crecimiento fueron de 1,8 y 1,1 respectivamente.
El informe incluye además mediciones para Bogotá, Cali, Medellín y Manizales que, si bien superan el promedio nacional, no alcanzan a los registros medios de la Ocde. La respuesta del Gobierno explica el lento crecimiento por los esfuerzos de ampliación de cobertura, entre otros.
No hay mucho de que alegrarse.
Lo cierto es que los escolares colombianos de 15 años, aun en las grandes ciudades y con acceso a colegios privados, no alcanzan las mínimas destrezas en matemáticas, ciencias y lectura como para competir en el escenario global. No sorprenden, entonces, las brechas de productividad que se observan frente a las de economías más dinámicas.
Sin las capacidades para resolver problemas matemáticos, aplicar conceptos científicos y comprender lo leído, será muy difícil que el talento humano colombiano esté en el futuro cercano listo para sostener un salto de calidad en el crecimiento.
Los mediocres resultados de Pisa 2012 llegan en medio de un debate sobre la reforma a la educación superior en el país. Recientes movimientos estudiantiles han centrado sus reclamos en mayores recursos para las universidades públicas, incluyendo matrícula gratis.
Pero, como lo muestran los resultados, la plata no es la fórmula mágica en la calidad educativa. Importan también las condiciones del estudiante, su hogar y sus características individuales, así como las brechas de género, pero, sobre todo, la competencia y preparación de los maestros.
Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
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