Esta semana se presentó en Lima (Perú) la tercera edición del Índice de Inclusión Financiera (IIF), desarrollado por el grupo bancario peruano Credicorp y con cobertura de ocho países latinoamericanos: Argentina, Chile, Panamá, Ecuador, Colombia, Perú, México y Bolivia.
Esta herramienta mide la relación entre los ciudadanos y sus respectivos sistemas financieros bajo las dimensiones de acceso a los servicios financieros, uso de los mismos y calidad percibida alrededor de la confianza que generan los productos financieros.
El estudio destaca una serie de tendencias regionales, que se replican en el caso colombiano, como, por ejemplo, un mejoramiento en los niveles de inclusión financiera a partir de las necesidades que desató la pandemia de la covid.
Varias brechas sociales se reproducen en términos del acceso y uso de los servicios financieros como la urbano-rural con 12 puntos de diferencia y la de género entre hombres y mujeres de unos 5 puntos porcentuales. Asimismo, los trabajadores formales en América Latina con 42 % tienen una inclusión financiera mayor en 24 puntos que la de los informales.
Estas distancias son coincidentes con los reportes oficiales en Colombia. De acuerdo al informe de la Banca de las Oportunidades en diciembre de 2022, la brecha entre el campo y las zonas urbanas en inclusión financiera era de 32,3 puntos porcentuales, siete menos que en 2019. No obstante, en comparación con la pre-pandemia, la brecha de género sí aumentó al pasar de 5,3 a 6,8 puntos porcentuales.
En Colombia 92,3% de los adultos colombianos tenía un producto de depósito, transaccional o de crédito. Si bien estos números están creciendo, los retos de la inclusión financiera van más allá de la positiva bancarización y del desmonte progresivo de barreras de acceso.
El reporte de Credicorp encuentra, por ejemplo, niveles récord de usuarios de billeteras digitales en Colombia: 61% de los encuestados, el doble del promedio de los ocho países incluidos en el estudio.
Además de elevar la inclusión financiera de las microempresas y negocios pequeños, las políticas públicas en esta materia deben concentrarse en cerrar estas brechas pendientes, profundizar las billeteras digitales como motor de inclusión e incentivar al sistema a generar productos y servicios mejor diseñados a estas poblaciones excluidas.
FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER
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