Este lunes, las plataformas y aplicaciones de Facebook, que incluyen no solo la red social sino también la mensajería instantánea WhatsApp y la aplicación para compartir fotos y videos Instagram, sufrieron una caída global que se extendió por más de siete horas.
El momento de esta crisis para el gigante tecnológico no es el mejor. Este martes, en una audiencia en el Congreso de Estados Unidos, una ex empleada sostendrá que la compañía antepone las utilidades a la seguridad de sus usuarios, alimenta el odio y la polarización social y es una amenaza a la salud mental de niños y preadolescentes, como lo publicó The Wall Street Journal en una serie de artículos. Todo esto en medio de un crecimiento llamado a una mayor regulación gubernamental sobre las redes sociales y sus responsabilidades corporativas sobre la información que circulan.
Lo que, según expertos, fueron problemas técnicos en la configuración de los servidores del gigante tecnológico generó una crisis de comunicaciones para los más de 2,5 mil millones de usuarios diarios de Facebook y todo su ecosistema de plataformas. Si bien WhatsApp es usado para mensajes y Facebook e Instagram se usan más en las interacciones sociales, las tres aplicaciones han sido cruciales desde el arranque de la pandemia para los negocios, en especial, la profundización y masificación del comercio electrónico.
De acuerdo a la más reciente encuesta de TIC del Dane, dentro del sector comercio, el 89,7 por ciento de las empresas reportó presencia en Facebook, 63,6 por ciento en Instagram y 51,7 por ciento en WhatsApp empresarial. Similares porcentajes se registran en las industrias. Mientras el 90 por ciento de las empresas de comercio e industria usan las redes sociales para promover la imagen y productos de la compañía, alrededor del 70 por ciento las usa para comunicarse con los clientes.
Estos guarismos -que no incorporan el uso social de esas plataformas, así como el educativo de millones de niños que aún no retornan a las aulas- reflejan, al menos en una parte, el impacto que tuvo la caída mundial de Facebook en el país. Tras las cuarentenas de la pandemia de la covid-19, las redes sociales aumentaron la presencia que previamente tenían en la vida empresarial y personal de los colombianos con efectos positivos -nuevos canales de venta, digitalización de negocios, entre otros- como los negativos y de corte ético que hoy se debaten en Estados Unidos.
Las horas sin Facebook, WhatsApp e Instagram debe constituir un recordatorio tanto de esa omnipresencia de las redes -que sustituye otras alternativas de comunicación dentro de las empresas, con los clientes y en el entorno familiar-, como de la necesaria reflexión sobre los impactos de estos algoritmos en los entornos sociales, políticos y en la salud mental de niños y adolescentes.
Basta con leer los comentarios sobre la caída de Facebook de muchos usuarios de Twitter -red social que siguió en línea- para percibir el rol de una aplicación como WhatsApp en estos tiempos poscuarentena. Por la manera, en varias ocasiones humorística, que muchas personas describían la relación con la mensajería instantánea, cabe preguntarse si regulaciones como la de la desconexión en el teletrabajo necesitan diseños más audaces.
Los abordajes sobre los impactos de la tecnología usualmente se debaten entre un desbordado optimismo ante sus avances y eficiencias y un pesimismo reaccionario ante los cambios de hábitos y prácticas que suele desencadenar. El ‘día sin WhatsApp’ debería despertar discusiones tanto en las esferas personales como en las regulatorias sobre cómo llegar a ese balance.
FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER
framir@portafolio.co
Twitter: @pachomiranda